NO TE EQUIVOQUES.
Los que nos dedicamos a
editar un post desde la portada, buscando imágenes, consultando libros o
paginas hermanas para completar el cuerpo de lo que queremos compartir con
Ustedes. No es sólo información, pues esta se pierde en conceptos....Sino que
es realmente una formación, en la que el discípulo de Cristo la lleva en su vida
diaria, conociendo aprendiendo del Amado.
Cuando compartimos
bienes, ayuda, trabajo; realmente tenemos una satisfacción inexpiable en
nosotros. Pues bien, al igual, otros les sucede lo mismo cuando nos dan algo
suyo....
Así, al igual de dar
debemos aprender a recibir, ser humildes, reconocernos y aprender que también
necesitamos del bien que nos dan los hermanos.
El agradecer no es algo
que quien te da o comparte te lo pida; debe nacer de una persona educada, pero
sobre todo cristiana en la que muchas veces te dice: "Dios te lo
pague", Dios te bendiga", "gracias", "te lo
agradezco" etc.
Cuando eres una persona
de oración, siempre habrá un agradecimiento a Dios. cuando eres buen cristiano
siempre agradecerás a tu hermano lo recibido; pero si tomas y te vas, habla
realmente de tu ser interior.
POR ESO, "NO TE
EQUIVOQUES" No es Ego, no es vanidad, es ser justo cuando Dios se
manifiesta en lo pequeño.
Dios te bendice.
¡QUIEN
ES JESÚS?
Para
los ciegos…JESÚS ES LUZ.
Para
el hambriento…JESÚS ES PAN.
Para
el sediento…JESÚS ES LA FUENTE.
Para
los muertos…JESÚS ES LA VIDA.
Por
los enfermos…JESÚS ES LA CURA
Para
el prisionero…JESÚS ES LA LIBERTAD.
Para
los que están solos…JESÚS ES EL COMPAÑERO.
Para
el mentiroso…JESÚS ES LA VERDAD.
Para
el viajero…JESÚS ES EL CAMINO.
Para
el visitante…JESÚS ES LA PUERTA.
Para
los sabios…JESÚS ES LA SABIDURÍA.
Para
la medicina…JESÚS ES EL MEDICO DE AMOR.
Para
el acusado…JESÚS ES EL ABOGADO.
Para
el abogado…JESÚS ES EL JUEZ.
Para
el juez…JESÚS ES LA JUSTICIA.
Para
los cansados…JESÚS ES EL ALIVIO.
Para
los cansados…JESÚS ES EL ALIVIO.
Para
los temerosos…JESÚS ES EL VALOR.
Para
el agricultor...JESÚS ES EL ÁRBOL QUE DA FRUTO.
Para
e constructor…JESÚS ES LA PIEDRA PRINCIPAL.
Para
el jardinero…JESÚS ES LA ROSA DE SAHARON.
Para
el florista…JESÚS ES EL LIRIO DE LOS VALLES.
Para
el triste…JESÚS ES LA ALEGRÍA.
Para
el lector…JESÚS ES LA PALABRA.
Para
el pecador…JESÚS ES EL PERDÓN.
Para
mí…JESÚS ES TODO
ALGO TE ESPERA.
Cierra los ojos por algunos minutos y deja tus
pensamientos volar
por sitios de amor. No podemos cambiar el mundo,
ni quitar todo el dolor de la tierra, ni tener ya resueltos todos nuestros
problemas, pero podemos a cada minuto mirar con ojos del amor a cada cosa.
Si pensamos que todo es pasajero, miraremos con
cariño lo negativo que te encamina a la elevación y perfección, y luego
observaremos con felicidad el cambio del mal en bien, de tristezas en alegrías.
Lo que hoy nos hace sonreír fueron las cosas que
nos hicieron
llorar ayer.
Nuestras faltas de hoy también son las alegrías de
mañana.
Las personas se van, los problemas se solucionan,
hasta el mismo sol se va cada noche para renacer al día siguiente... no te
quedes en el medio del camino porque allá... ¡ALGO TE ESPERA!
“Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
Celebramos hoy la
Epifanía del Señor, o sea la manifestación de Jesús que resplandece como luz a
todas las gentes. Símbolo de esta luz que resplandece en el mundo y que quiere
iluminar la vida de cada uno de nosotros es la estrella que guió a los Magos a
Belén. Ellos, dice el Evangelio, vieron ‘brillar su estrella’ (Mt 2,2) y
decidieron seguirla: hacerse guiar por la estrella de Jesús.
También en nuestra vida
hay diversas estrellas, luces que brillan y orientan. Somos nosotros que
debemos elegir a cuál de ellas seguir. Hay luces intermitentes, que van y
vienen, como las pequeñas satisfacciones de la vida: a pesar de ser buenas, no
son suficientes, porque duran poco y no nos dejan la paz que buscamos”.
También existen las
luces enceguecedoras del espectáculo, del dinero y del éxito, que prometen todo
y enseguida: seducen pero con su fuerza encandilan y hacen pasar de los sueños
de gloria a la oscuridad más densa.
Los Magos, en cambio,
nos invitan a seguir una luz estable y gentil que no tiene ocaso, porque nos es
de este mundo: viene del cielo y resplandece en el corazón.
Esta luz verdadera es
la luz del Señor, o mejor dicho es el Señor. Él es nuestra luz: una luz que no
enceguece, pero acompaña y dona una alegría única. Esta luz es para todos y nos
llama a cada uno: podemos así sentir nosotros la invitación que hoy nos dirige
el profeta Isaías: ‘Levántate, vístete de luz’.
En el inicio de cada
día podemos recibir esta invitación: levántate, revístete de luz, sigue hoy
entre las tantas estrellas fugaces del mundo a la estrella luminosa de Jesús!
Siguiéndola, tendremos alegría, como le sucedió a los Magos, que ‘cuando vieron
la estrella se llenaron de una enorme alegría’ (Mt 2,10); porque donde está
Dios hay alegría.
Quien ha encontrado a
Jesús ha sentido el milagro de la luz que rompe las tinieblas y conoce esta luz
que ilumina y resplandece. Quisiera, con mucho respeto, invitar a no tener
miedo de esta luz y a abrirse al Señor. Sobre todo quisiera decir a quien ha
perdido la fuerza de buscar, a quien afanado por la oscuridad de la vida ha
apagado el deseo: ‘Ánimo, la luz de Jesús sabe vencer las tinieblas más
oscuras’, ¡levántate, coraje!
¿Cómo encontrar esta
luz divina? Sigamos el ejemplo de los Magos, que el Evangelio describe siempre
en movimiento. Quien desea la luz, de hecho sale de sí y la busca: no se queda
cerrado, quieto, mirando qué sucede en su alrededor, pero pone en juego la
propia vida.
La vida cristiana es un
camino continuo, hecho de esperanza y de búsqueda; un camino que como el de los
Magos prosigue también cuando la estrella desaparece momentáneamente de la
vista. En este camino hay también insidias que es necesario evitar: los
comentarios superficiales y mundanos que frenan el paso; los caprichos
paralizantes del egoísmo; los baches del pesimismo que encierran la esperanza.
Estos obstáculos
bloquearon a los escribas, de los cuales habla el Evangelio de hoy. Ellos
sabían dónde estaba la luz, pero no se movieron. Cuando Herodes les preguntó
‘¿Dónde nacerá el Mesías?’, ‘¡En Belén! Sabían donde pero no se movieron. Su
conocimiento fue vano: no basta saber que Dios ha nacido, si no se hace con Él
la Navidad en el corazón.
Dios ha nacido, ¿pero
ha nacido en tu corazón?, ¿ha nacido en mi corazón?, ¿ha nacido en nuestro
corazón? Y así lo encontraremos, como los Magos, con María y José en el
establo.
Los Magos lo hicieron:
encontrado el Niño, “ellos se postraron y lo adoraron”: entraron en una
comunión personal de amor con Jesús. Después le donaron oro, incienso y mirra,
o sea sus bienes más preciosos.
Aprendamos de los Magos
a no dar a Jesús solo los retazos de tiempo y algún pensamiento cada tanto,
contrariamente no tendríamos su luz. Como los Magos, pongámonos en camino,
revistiéndonos de luz, siguiendo la estrella de Jesús y adoremos al Señor con
todo nuestro ser”.
¿ES CORRECTO IR A
MISA Y NO COMULGAR? Sobre comulgar....
CARTA
A LOS REYES MAGOS.
Queridos
Reyes Magos:
Todos
los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia vosotros.
Y, junto con él, mi corazón me va dictando una serie de deseos que, con vuestra
ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.
-Dejad
en el mundo UNA ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a violencia y terrorismo.
Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de
odio.
-Traed
multitud de bolsas de JABÓN. Para
limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad, va imponiendo como
normal y lógico.
-Echad,
en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIUM. Para que los unos a los
otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos y respetarnos
como hermanos.
-Esconded,
debajo de las almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, tenemos
abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales
por los que luchar.
-En
un rincón del corazón de las personas, derramad toneladas de AZÚCAR. Las
prisas, los agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo
en autómatas. Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de
dulzura!
-Si
en vuestros almacenes existen, solicitamos que nos proporcionéis unas LIMAS.
Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos, las
dificultades, los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las
diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!
-Traednos
unas grandes TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros.
Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la
esperanza y de la caridad. ¡Ayudadnos, en este Año de la Fe, a saber qué es y
qué conlleva el vestir el traje cristiano!
-Que
vuestros pajes, aunque piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco
de ALEGRIA. Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde
vivimos, no lo percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreir!
-Todos
los años, os dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el
presente año dejadnos unos ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al
colocarlos en este Año de la Fe, debajo de nuestros pies, caminemos por las
sendas de la verdad, de la justicia y del perdón. ¿Tendréis mi número?
-Si
además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un IMPERMEABLE
para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras convicciones
religiosas, os quedaré –como si fuera un niño- altamente agradecido.
COMPRENDIMOS
LO INCOMPRENSIBLE.
"Unos
magos de oriente se presentaron en Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey
de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a
adorarlo"
Nosotros,
los magos de oriente, jamás nos hubiésemos imaginado aquello. Que un viaje tan
largo y penoso.., que nuestra estrella presagiosa, nuestro saber y nuestra
magia terminasen en un establo
¿No
hablaban los libros sagrados de un rey de reyes, Señor de los señores, León de
Judá, Jefe de Israel y líder de los pueblos, esperanza de la humanidad entera?
¿Es aquí y así como inicia ese extraño liderazgo? por trono ese establo..., esa
comitiva formada por dos aldeanos de Nazaret, esa pobreza, esa total
despreocupación de todos desde Herodes hasta el mesonero de al lado.
Pero,
de pronto, volvió a lucir la estrella, exactamente "sobre donde estaba el
niño"; y sobre ese oscuro paisaje, que por momentos abrumaba lo interior
de nuestras almas, todo se iluminó. Y comprendimos.
Comprendimos
lo incomprensible. Que las grandezas de Dios no coinciden con nuestras
grandezas regias ni con nuestro saber, ni con los artilugios de nuestra magia.
EL LIBRO DE
TU VIDA.
Autor: Padre
Javier Leoz
En pocos
días, cierras un volumen más del libro de tu vida: ha pasado un año.
Cuando
comenzaste, este libro todo era tuyo,
te lo puso
Dios en las manos,
podías hacer
con él lo que quisieras:
un poema,
una pesadilla, una blasfemia,
un sistema,
una oración, un trabajo, una vocación, unos ideales.
Podías… hoy
ya no puedes; no es tuyo,
ya lo has
escrito, ahora es de Dios.
Te lo va a
leer todo Dios
el mismo día
en que cierres los ojos a la vida
con todos
sus detalles.
Ya no puedes
corregirlo.
Ha pasado al
dominio de la eternidad.
Piensa unos
momentos,
en estas
últimas noches del año.
Toma tu
libro y hojéalo despacio,
deja pasar sus
páginas por tus manos y por tu conciencia.
Ten el gusto
de verte a ti mismo. Lee todo.
Repite
aquellas páginas de tu vida
en las que
pusiste tu mejor estilo.
No olvides
que uno de tus mejores maestros eres tú mismo.
Lee también
aquellas páginas
que nunca
quisieras haberlas escrito.
No…. no
intentes arrancarlas, es inútil.
Ten valor
para leerlas, son tuyas.
No puedes
arrancarlas, pero puedes anularlas
cuando
escribas tu siguiente libro.
Si lo haces,
Dios las pasará de largo
cuando te
lea tu libro en el último día.
Lee tu libro
viejo en la última noche del Año.
Hay en él
trozos de ti mismo;
es un drama
apasionado en el que,
el primer
personaje eres tú.
Tú en escena
con Dios, con tu familia,
con tu
trabajo, con la sociedad.
Tú lo has
escrito con el instrumento asombroso
de tu libre
albedrío sobre la superficie
inmensa y
movediza del mundo.
Es un libro
misterioso, que en su mayor parte,
la más
interesante, no puede leerlo
nadie más
que Dios y tú.
Si tienes
ganas de besarlo, bésalo,
si tienes
ganas de llorar,
llora fuerte
sobre tu viejo libro
en la ultima
noche del año.
Pero, sobre
todo, reza sobre tu libro viejo.
Tómalo en
tus manos, levántalo hacia el cielo
y dile a
Dios solo dos palabras:
¡Gracias!
¡Perdón!.
Después
dáselo a Cristo. No importa como esté,
aunque tenga
páginas negras, Cristo sabe perdonar.
En el primer
día del año,
Dios te va a
dar otro libro completamente blanco y nuevo.
Es todo
tuyo. Vas a poder escribir en él lo que quieras.
Pon el
nombre de Dios en la primera página.
Después dile
que no te deje escribirlo solo.
Dile que te
tenga siempre de la mano… y del corazón.
Dile que te
enseñe a escribir firme y derecho.
Dile que,
aun con borrones, te ayude a seguir adelante siendo consciente de tus errores.
Dile que te
ayude a pensar que es más importante escribir poco y bien que llenar páginas
sin contenido.
Dile que te
enseñe a dejar cierto margen para la fe y la libertad, la esperanza y los
sueños.
Dile que
cuando se te acaben las ideas nunca se te olvide que Dios dicta desde los
cielos.
Dile que
nunca desesperes y que te ayude a recordar que Dios, de vez en cuando, escribe
derecho en renglones torcidos.
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