Píldoras Bíblicas. QUE TANTO SABES DE BIBLIA..

 TRIVIA-AMÉRICA.

 



Para decir si una Obra es canónica debe de cumplir ciertas características, lo cual la criterologia canónica lo expone:

CRITERIO ECLESIAL. un libro para que sea aceptado por todas las Iglesias (Maronitas, Coptos, Libaneses etc) son leídos y aceptados.

Su lectura litúrgica: todos los libros de la Biblia son citados por la Liturgia.

El uso que les dieron los padres de la Iglesia...

CRITEROLOGIA TEOLÓGICA. Todos estos libros son inspirados (Dios ha inspirado a los autores al poner estos escritos). 

Pero dentro de los CRITERIOS EXTERNOS tenemos 4 puntos.

Si me mencionas tres de los cuatro te la daré por buena....


CONOCIENDO LA BIBLIA.

Cuando se plantea la pregunta "CONOCES LA BIBLIA ?"

automáticamente se piensa si se conoce la historias allí narradas, o si son capaces de citar textos de memoria, como se practica en algunos "cursos bíblicos". Pero conocer la biblia no es cuestión de memorización de textos sino de comprensión. Cuando una madre dice conocer a su hijo, no quiere decir que tiene archivada en su memoria una serie de datos biográficos sobre la vida de él .sino más bien que sabe como piensa, cómo y por qué actúa de tales y cuales acontecimientos, cuáles son sus actitudes a determinadas circunstancias, es decir, es capaz de entrar al mundo espiritual de su hijo, de palpitar con él. Igualmente la Biblia es entrar en su mundo, es decir, cómo y por qué se ha relatado aquello que se escribió, es palpitar con sus autores. La Biblia no es un conjunto de datos informativos, sino testimonios de vidas vividas. 

El comentario que escuche ayer en face fue "Hay que vivir la Biblia" pero si no conoces el mensaje,¿ puedes estar seguro de lo que Dios te esta diciendo? o te estas llevando por tus ideas y prejuicios muy personales y creer que es suficiente abrir la Biblia y Dios te dirá el camino (pensamiento protestante).

No puedes vivir y amar lo que no conoces ni entiendes; por ello hay que conocerla.

 

Van Drag.


QUE TANTO SABES DE BIBLIA...

 

De qué escena es esta imagen?

Si me dejas cita bíblica te regalo un corazón.



QUE TANTO SABES DE BIBLIA...

 

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APUNTES BÍBLICOS.

A la vista del gentío, el Señor sube a la montaña y se sienta. Los discípulos se acercan y Él «se puso a hablar, enseñán¬doles». Esta introducción al llamado “sermón de la montaña” no es una simple descripción de los hechos. Es un mensaje tremendo para los judíos. El Señor es presentado como el nuevo Moisés.

En efecto, con la autoridad propia de un maestro, el Señor se sienta en la “cátedra” de la montaña y se dispone a proclamar su enseñanza a los discípulos en primer lugar, pero una enseñanza destinada a superar los límites de Israel y alcanzar a todos los hombres de todos los tiempos. Aunque sabemos que se encuentra en Galilea, cerca de Cafarnaúm, el evangelista no especifica de qué monte se trata. Mateo se refiere al lugar únicamente como “la montaña”, lugar que es también el lugar predilecto de oración del Señor Jesús, lugar de encuentro con el Padre. De este íntimo encuentro con el Padre, de ese estar en su presencia y entrar continuamente en su intimidad, procede su doctrina, su enseñanza (ver Jn 15,15). Al referirse a aquel lugar como “la montaña”, proclama que se trata de un nuevo y definitivo Sinaí.

Si la montaña es el nuevo Sinaí, el Señor Jesús es el nuevo Moisés. Aquél había recibido de Dios las tablas de la Ley para comunicárselas al pueblo de Israel, y ahora el Señor Jesús se dispone a promulgar la nueva “Ley”, que no cancela la de Moisés sino que la eleva a su perfección. En efecto, el Señor, recorriendo diversos mandamientos de la antigua Ley, enseñará con autoridad: “Habéis oído que se dijo a los antepa¬sados... Mas yo os digo...” (Mt 5,21.27.¬31.33.38.43).

Así, pues, con esta brevísima introducción queda claro que el “sermón de la montaña” es la nueva Ley, la Ley definitiva, la Ley promulgada por el nuevo Moisés en el nuevo Sinaí. El Señor Jesús se sienta en la “cátedra” como maestro de Israel y como maestro de todos los hombres en general: todos están invitados a acercarse al Maestro para escuchar y acoger sus enseñanzas y convertirse en discípulos. El Señor forma un nuevo pueblo, en el que lo que importa ya no es el origen, sino la escucha y el seguimiento.

Inicia el Señor su “sermón” proclamando “dichosos” o “bienaventurados” a los pobres en el espíritu, a los que lloran, a los sufridos, a los que tienen hambre y sed de la justicia, a los misericordiosos, a los limpios de corazón, a los que trabajan por la paz, a los perseguidos por causa de la justicia, por causa del Señor.

Cada una de estas bienaventuranzas lanzada por el Señor es una paradoja: invierte absolutamente los criterios del mundo. En efecto, la escala de valores que presenta el Señor, que es la escala de valores de Dios, es completamente opuesta a la escala de valores con la que opera la sociedad olvidada de Dios. Los que según los criterios de este “mundo” son considerados pobres, débiles, inútiles, despreciables, son y serán bendecidos por Dios si en Él ponen su confianza. Y si bien las bienaventuranzas son ante todo promesas “escatológicas”, promesas que verán su pleno cumplimiento al final de los tiempos, el discípulo, al estar íntimamente unido a Cristo, fuente de su vida, de su amor y de su gozo, experimenta y vive ya en su terreno peregrinar una misteriosa alegría en medio del dolor o desgarrador sufrimiento que pueda experimentar.

El discípulo está llamado a santificarse en Cristo, participando de su misma vida y destino. El discípulo debe aprender del Maestro. Él, que promulgó las Bienaventuranzas, es al mismo tiempo su Modelo supremo. En Él se verificará cada una de las Bienaventuranzas, de modo que éstas pueden ser consideradas como una «velada biografía interior de Jesús, como un retrato de su figura» (S.S. Benedicto XVI). Se santifican aquellos que, escuchando y siguiendo al Señor, asumen las Bienaventuranzas como programa de vida


                    PÍLDORAS BÍBLICAS.

Sixto de Siena (m. 1569) Un converso judío, su exégesis fue demasiado progresiva para muchos de temperamento cauteloso. Sin embargo, su inquisidor intuitivo derogó la condena cuando se retractó y prometió la transferencia a los dominicanos. Así fue un erudito franciscano entregado por su juez, el futuro San Pío V (dominicano). Sixto asumió el cargo de revisar los textos hebreos, preservando una herencia que otros aún no podían apreciar. El mandato de Trento para codificar las escrituras fue muy avanzado a través de su formulación de los términos: protocanónico, deuterocanónico y apócrifo.
   

PÍLDORAS BÍBLICAS.                               09-11-22  

2. El amén de Dios y el amén del cristiano.

Dios, que se ha comprometido libremente, se mantiene fiel a sus “promesas; es el Dios de verdad, que es lo que significa el título de Dios amén (Is 65,16).

 El amén de Dios es Cristo Jesús. En efecto, por él realiza Dios plenamente sus promesas y manifiesta que no hay en él,  sí y no, sino únicamente sí (2 Cor1,19s). En este texto sustituye Pablo el amén hebreo por una palabra griega, nai, que significa sí, Jesús, para recalcar que es el enviado del Dios de verdad y que sus palabras son verdaderas, introduce sus declaraciones con un amén (Mt 5,18; 18,3…), redoblado el evangelio de Juan (Jn 1,51; 5,19…). Pero Jesús no es solamente el que dice la verdad diciendo las palabras de Dios, sino que es la “palabra misma del verdadero Dios, el amén por excelencia, el testigo fiel y verdadero (Ap 3,14).

Así, si el cristiano quiere ser fiel, debe responder a Dios uniéndose a Cristo; el único amén eficaz es el que pronuncia por Cristo a la gloria de Dios (2 Cor 1,20).La Iglesia pronuncia este  amén en unión con los elegidos del cielo (Ap 7,12) y nadie puede pronunciar a menos que la gracia del Señor Jesús esté en él; así el voto con que termina la biblia y que va sellado por un ultimo amén, es que esta gracia sea con todos (Ap 22,21).


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Amén. El término amén, lejos de corresponder siempre exactamente a la traducción actual de “Así sea ¡” que expresa un mero deseo, pero no una certeza, significa, ante todo: Ciertamente, verdaderamente, seguramente o sencillamente: Sí. En efecto, este adverbio deriva de una raíz hebraica que implica firmeza, solidez, seguridad (cfr. Fe). Decir amén es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. 1. Compromiso y aclamación. El amén que confirma un dicho puede tener un sentido débil, como cuando decimos “Sea” (Jer 28,6). Pero las más de las veces es una palabra que compromete: con ella muestra uno su conformidad con alguien (1Re 1,36) o acepta una misión (Jer 11,5), asume la responsabilidad de un juramento y del juicio de Dios que le va a seguir (Núm. 5,22). Todavía más solemne es el compromiso colectivo asumido en el momento de la renovación litúrgica de la alianza (Dt 27,15-26; Neh 5,13). En la liturgia puede este término adquirir también otro valor; si uno se compromete frente a Dios, es que tiene confianza en su palabra y se remite a su poder y a su bondad; esta adhesión total es al mismo tiempo “bendición de aquel al que uno se somete (Neh 8,6); es una oración segura de ser escuchada (Tob 8,8; Jdt 15,10). El amén es entonces una aclamación litúrgica, y y en este concepto tiene su puesto después de las doxologías (1 Cr 16,36); en el NT tiene con frecuencia este sentido (Rom 1,25; Gal 1,5;2 Pe 3,18; Heb 13,21). Siendo una aclamación por la que la asamblea se une al que ora en su nombre, el amén supone que para adherirse a las palabras oídas se comprende su sentido (1 Cor 14,16). Finalmente, el amén, como adhesión y aclamación, concluye los cánticos de los elegidos, en la liturgia del cielo (Ap 5,14; 19,4), donde se une al aleluya.

CUANDO UNA PERSONA SE HA IDO. VÍSPERAS DE TODOS LOS SANTOS. NO LLORES SI ME AMAS. No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... ese día volverás a verme. sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz. Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me amas. (San Agustín)

LA FELICIDAD DE JESÚS. José Antonio Pagola

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