REFLEXIONES MARIANAS- LETANÍAS LAURETANAS





 LETANÍAS LAURETANAS - UNA A UNA.

VIRGEN DIGNA DE ALABANZA

 

Debemos imitar las virtudes de la Virgen María y procurar que los demás también lo hagan y que se conozca y admire su singular santidad. Es una exigencia del amor, que es difusivo por naturaleza, propagar, glorificar, hacer conocer a la persona amada. Este es el sentido de esta invocación VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.

María vivió en la piadosa sombra de una oscuridad que conmueve, en profunda y perfecta humildad. Aparece en la primera parte del Evangelio y después solamente reaparece en el Calvario cuando participó en las penas de la Cruz.

 

Después de Jesucristo, el alma más santa y más excelsa fue sin duda la de María Santísima, por eso debe ser, la más exaltada y colmada de alabanzas.

Estas alabanzas y esta gloria tuvieron principio antes que Ella estuviera sobre la tierra participando del privilegio del Hijo. Fue exaltada mucho antes de nacer.

 

La Iglesia en su Liturgia, ha coronado a María con las fiestas en su honor introducidas en el año eclesiástico, los oficios, los himnos, las Letanías, las procesiones, la solemne coronación de sus imágenes, etc.., que manifiestan el amor de la Iglesia hacia su Madre Celestial.

Para Ella, el genio de los grandes Doctores de la Iglesia, la pluma de los Teólogos, la palabra enamorada de los oradores sagrados y la oración confiada de todos los que la aman.

 

Bienaventurada la boca que habla de María Santísima frecuentemente y con reverencia.

Bienaventurada la persona que a través de la pluma celebra y escribe con santo entusiasmo las grandezas y la gloria de tan excelsa Madre. VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.


MADRE DEL BUEN CONSEJO.

LETANÍAS LAURETANAS.

Los teólogos y doctores de la Iglesia plasmaron sus enseñanzas en gruesos volúmenes.

María nada escribió. Su presencia en el Evangelio nos enseña tanto. Fue allá en Canaán de Galilea (Jn 2), ante la carencia del vino, donde nos dejo un gran testamento, su único consejo:

_Hagan lo que Él les diga.

Hagamos lo que Jesús nos dice, este es el gran secreto de nuestra realización como hijos de Dios y de María. Necesario es que se afine nuestra sensibilidad para escuchar a Jesús, que nos habla de múltiples maneras: a través del prójimo, de los acontecimientos de nuestra vida cotidiana, de misiones interiores en lo más íntimo de nuestro corazón. Ahí está Jesús diciéndonos algo.

Enséñanos madre a captar lo que Jesús nos dice, danos capacidad de escuchar y ayúdanos a obedecer su Palabra.

MADRE DEL BUEN CONSEJO

RUEGA POR NOSOTROS.

**Nuevamente les recuerdo que se responde: RUEGA POR NOSOTROS.

Cualquier persona que insista en poner AMÉN o no sabe rezar un rosario o ve la imagen y en automático pone amén. Realmente lo pasaré de largo al no atender la formación.



LETANÍAS LAURETANAS-UNA A UNA.

VIRGEN PODEROSA.

 

Se distinguen dos clases de poder: propio y participado.

Sólo Dios es PODEROSO por virtud propia, Aquellos (as) a quienes Dios les comunique poder es por voluntad de El (poder participado).

 

Cuando decimos que María Santísima es omnipotente, no la igualamos a Dios, ni decimos que Ella lo sea por sí misma, este poder, del cual Ella está revestida le viene de Dios, le fue comunicado por gracia especial de Dios.

 

María es poderosa porque su poder se asocia al de su Hijo Jesucristo. Su divina Maternidad es el fundamento principal de su poder.

Es imposible determinar los límites de esta omnipotencia participada.

 

Existen dos mundos: el mundo de la materia y el mundo sobrenatural de las almas.

Dos órdenes de omnipotencia: La omnipotencia de Dios Creador y la omnipotencia de Dios Redentor y Santificador.

La omnipotencia participada de María brilla principalmente en el universo sobrenatural en el cual Ella ha sido constituida Madre espiritual de los redimidos, cooperadora de Cristo en la redención y en la salvación de las almas. Decimos principalmente, porque también en el orden físico Ella ejerce un gran poder, como lo prueban las numerosas curaciones que concede a sus devotos. Basta recordar los milagros de Lourdes.

 

El poder de María Santísima tiene por fin cooperar a la obra de la Redención, a la cual están llamados todos los seres humanos sin distinción y, a alcanzar los bienes de los que tienen necesidad, ej. La perseverancia final, don que corona, según San Agustín, todos los dones, y una santa y muchas veces, alegre muerte.


MARÍA EN LA LITURGIA DE LA IGLESIA Y EN LAS DEVOCIONES MARIANAS.

RELACIÓN ENTRE LITURGIA Y DEVOCIONES MARIANAS.

El amor a María es uno solo, el mismo amor está presente en la liturgia y en las prácticas devocionales, pero ambas tienen su diferencia específica. La liturgia es realizada oficialmente por la Iglesia, y consiste básicamente como hemos dicho en la celebración de los sacramentos, lo cual hace todo el pueblo de Dios, y por otra parte en la Liturgia de las Horas, que realizan globalmente los consagrados del pueblo de Dios.

Las devociones por su parte son otras prácticas realizadas por el pueblo de Dios, no tanto los consagrados, sino cualquier miembro, familias, barrios, pueblos, etc. Tiene que ver con las costumbres, con la religiosidad popular, con las expresiones de amor espiritual hacia María, realizadas por el pueblo sencillo y creyente. Estas prácticas pueden ser el rezo del Rosario, las procesiones, la visita a santuarios marianos, las consagraciones a María, el escapulario de la Virgen del Carmen, entre otras.

La devoción a María es una cosa y las devociones es otra. La devoción es el amor con que sentimos y expresamos nuestra fe; puede tratarse de Dios, que es lo más saludable e importante, pero también puede referirse a la Virgen María o algún otro santo. Normalmente el pueblo cristiano, católico u ortodoxo, siente el amor a María en un solo amor junto con el amor de Dios; no separan esos amores, así como Cristo y María su madre están unidos en un solo amor de madre e hijo, así el pueblo de Dios une esos dos amores sin hacerse demasiados problemas.

No pocas veces la gente tiene costumbre de acudir a una devoción mariana más que a la liturgia, como vemos en procesiones como la de la Divina Pastora; millones de personas en procesión, de las cuales un pequeño porcentaje es quien acude a la misa regularmente. Lo cual nos indica que la práctica más difundida, aunque parezca contradictorio, es la de las devociones más que la práctica litúrgica. Aunque habría que mitigar esta comparación un poco debido a que la liturgia se celebra a lo largo de todo el año mientras que las procesiones son pocas veces, pero aún así, las personas que acuden a las procesiones son las que van a misa regularmente, y además acuden una multitud mayor que esa, que normalmente no acuden a misa, no participan de la liturgia de la Iglesia.

También es bueno resaltar que existen devociones más fomentadas por la Iglesia que otras, o más oficializadas en forma general, como es el caso del Santo Rosario, que ha tenido varios documentos papales apoyándolo, cada vez se recomienda de parte de las más altas autoridades eclesiales incluido el Papa, e incluso el papa Juan Pablo II creó y agregó los misterios luminosos al Rosario, con lo cual estaba motivando desde su lugar de sumo pontífice el rezo del rosario en todo el mundo.

Otras prácticas devocionales van variando en el tiempo, como la celebración del mes de María, durante todo el mes de Mayo, que culmina con la Coronación de María, en realidad Fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel. En estos momentos ya no se realiza este tipo de práctica religiosa como antes, se hace relevancia al mes de mayo pero sin embargo no existe la misma inquietud y fervor de la masa como antes, por lo cual estas expresiones devocionales se van terminando.



MARÍA EN LA LITURGIA DE LA IGLESIA Y EN LAS DEVOCIONES MARIANAS.

PRESENCIA DE MARÍA EN LA LITURGIA.

Hasta fecha reciente no se tomaba en serio encontrar bases teológicas serias para justificar la presencia de María en la liturgia. Después del Concilio Vaticano II, con el documento sobre la liturgia (Sacrosactum Concilium) y la Lumen Gentium, se marcan las líneas fundamentales para justificar esta presencia. El primer motivo y más importante es la participación de María con Cristo en la obra de la salvación, como humilde servidora; el otro motivo es su ejemplaridad, María nos ayuda a participar en el misterio de Cristo, en la celebración litúrgica de la Iglesia, ella es la más perfecta cristiana en este sentido, es el modelo de la Iglesia. El otro basamento teológico es la alegría que encuentra la Iglesia en María, por ver en ella las promesas cumplidas, esto es un motivo también de veneración y alabanza. Esto alimenta la esperanza y el consuelo, porque María es el ícono escatológico de la Iglesia; viendo a María vemos el futuro glorioso de la Iglesia, de todos nosotros como Iglesia de Cristo. Esta realidad y presencia mariana también es la más poderosa motivación para participar plenamente en la liturgia, dado que se cumple en el presente lo que Cristo realizó en el pasado, pero se construye el futuro ya desde ahora en este presente. María es para la Iglesia este estímulo vivo y permanente, por su participación en el misterio de Cristo, desde su encarnación hasta su muerte y resurrección, y hasta la venida del Espíritu; ella está presente a la acción del Espíritu que va realizando la redención en la Iglesia y hace entrar en el eterno presente del Amor de Dios a todos. Donde hay celebración litúrgica allí está María participando y animando a los cristianos



DOGMAS MARIANOS.

II- MARÍA SIEMPRE VIRGEN.

ASPECTO BÍBLICO.

El Evangelio de Juan también asoma en su prólogo el origen divino de Jesús y la no participación carnal en su nacimiento. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. (Jn 1,1) y más adelante dice: la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. (Jn 1,13) Que a veces es traducido como “los cuales” en vez de “el cual”, pero sin embargo Juan, y la tradición sucesiva de la Iglesia, apunta al misterio de la virginidad de María, allí no hubo deseo de carne ni de hombre, sino que el Verbo se hace hombre por la acción directa de Dios, sin intervención humana. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. (Jn 1,14). Aquí Juan utiliza la misma palabra para Cristo que Lucas usa para María: Lleno de gracia (y de verdad), y luego afirma que recibe su gloria del Padre porque es su Hijo Único.

La doctrina de la Iglesia desde el comienzo mantuvo la virginidad de María, que está entrelazada con la maternidad divina de María, una cosa va con la otra. La señal prodigiosa de que una virgen iba a dar a luz sin concurso de varón supera todas las señales que desde el comienzo del antiguo testamento marcaron el camino extraordinario de Dios, como es el caso de la esterilidad de Sara y tantas otras mujeres importantes de la Biblia, que por intervención de Dios quedan embarazadas; la misma Isabel, esposa de Zacarías, queda embarazada después de mayor por una gracia especial de Dios, quien de esta manera estaba marcando la era mesiánica, la llegada del Salvador, puesto que Juan, el más grande de los profetas, fue el encargado de prepararle el camino.


MARÍA EN LA LITURGIA DE LA IGLESIA Y EN LAS DEVOCIONES MARIANAS.

PRESENCIA DE MARÍA EN LA LITURGIA.

Hasta fecha reciente no se tomaba en serio encontrar bases teológicas serias para justificar la presencia de María en la liturgia. Después del Concilio Vaticano II, con el documento sobre la liturgia (Sacrosactum Concilium) y la Lumen Gentium, se marcan las líneas fundamentales para justificar esta presencia. El primer motivo y más importante es la participación de María con Cristo en la obra de la salvación, como humilde servidora; el otro motivo es su ejemplaridad, María nos ayuda a participar en el misterio de Cristo, en la celebración litúrgica de la Iglesia, ella es la más perfecta cristiana en este sentido, es el modelo de la Iglesia. El otro basamento teológico es la alegría que encuentra la Iglesia en María, por ver en ella las promesas cumplidas, esto es un motivo también de veneración y alabanza. Esto alimenta la esperanza y el consuelo, porque María es el ícono escatológico de la Iglesia; viendo a María vemos el futuro glorioso de la Iglesia, de todos nosotros como Iglesia de Cristo. Esta realidad y presencia mariana también es la más poderosa motivación para participar plenamente en la liturgia, dado que se cumple en el presente lo que Cristo realizó en el pasado, pero se construye el futuro ya desde ahora en este presente. María es para la Iglesia este estímulo vivo y permanente, por su participación en el misterio de Cristo, desde su encarnación hasta su muerte y resurrección, y hasta la venida del Espíritu; ella está presente a la acción del Espíritu que va realizando la redención en la Iglesia y hace entrar en el eterno presente del Amor de Dios a todos. Donde hay celebración litúrgica allí está María participando y animando a los cristianos



REFLEXIONES MARIANAS.

LETANIAS LAURETANAS UNA A UNA.

MADRE AMABLE.

Amabilidad, virtud social que hace a la persona encantadora, amable, es decir, placentera, agradable, que da felicidad. Esto tiene sus raíces en la mansedumbre y humildad del corazón (Mt 11,29).

Jesús nos dice:

_Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.

Nadie como María profundizó en estas enseñanzas, tan al alcance de nuestras posibilidades. Reconozcamos nuestras limitaciones e incapacidad para todo bien. Busquemos la humildad (So 2,3), recobremos lo que con el tiempo hemos perdido: la humildad, diafanidad, candor de nuestra pasada infancia, estado paradisiaco con que el hombre salió de las manos de Dios.

Madre amable: Participamos de tu sencillez, aquella que transmitíamos con mayor facilidad cuando éramos pequeños. Por eso nos acogemos a ti diciendo.

MADRE AMABLE

RUEGA POR NOSOTROS.


LETANÍAS LAURETANAS.

UNA A UNA.

MADRE INMACULADA.

Madre Inmaculada, así la llamamos para expresar la plenitud de su personalidad y la realización de su destino eterno.

Dios nos ha elegido antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, por el amor (Ef 1-4).

Ser Santa e Inmaculada es radicalidad completa, limpieza absoluta donde Dios pudo depositar su propia santidad. Po el amor, Marìa es la criatura más capacitada para vivir de cara a Dios, incluso ya desde este destierro donde todos peregrinamos a la casa del Padre.

Pero no pensemos que estuvo exenta de la oscuridad de la fe, sino que la vivió profundamente, penetro en su esencia que nos revela a Dios en su misteriosa comunicación divina que llamamos Trinidad; vivió inmersa en esta realidad, pudo vivir plenamente nuestro destino eterno.

Madre: Muéstranos en lo cotidiano de nuestra vida, nuestro destino eterno participando de la santidad de tu vida; haznos vivir completamente polarizados en la presencia de Dios y tuya.

MADRE INMACULADA-RUEGA POR NOSOTROS.



QUE SON LAS LETANÍAS?

 

Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran dirigidas sólo a Dios (en súplicas) se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre todo a la Virgen María (en intercesiones) usadas a partir del siglo VII.

El origen de la oración litánica ha de buscarse en una oración que se realizaba en la sinagoga, que consistía en 18 bendiciones en las que se enumeraban las diferentes categorías sociales de personas y de intenciones por las cuales se oraba. San Pablo, en la carta a Timoteo (2, 1-2) hace alusión a esta costumbre. También entre los paganos existía ya más o menos esta forma de plegaria.

En los escritos de los primeros Padres de la Iglesia encontramos ejemplos de este tipo de oración, como se puede ver en la oración de San Clemente Romano o en la carta de San Policarpo y en las actas de su martirio.

El texto más antiguo conocido de letanías a la Virgen (como un cuerpo orgánico parecido al actual) es el contenido en un Misal de Maguncia del s. XII, aunque existieron en el transcurso de los siglos varias recensiones. El que actualmente se practica, de ordinario al final del Santo Rosario, fue adoptado en el famoso santuario mariano de Loreto, de donde procede el nombre con que se las conoce (Letanía Lauretanas). Fue el papa Sixto V quien las aprobó para toda la Iglesia, en 1587

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Amén. El término amén, lejos de corresponder siempre exactamente a la traducción actual de “Así sea ¡” que expresa un mero deseo, pero no una certeza, significa, ante todo: Ciertamente, verdaderamente, seguramente o sencillamente: Sí. En efecto, este adverbio deriva de una raíz hebraica que implica firmeza, solidez, seguridad (cfr. Fe). Decir amén es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. 1. Compromiso y aclamación. El amén que confirma un dicho puede tener un sentido débil, como cuando decimos “Sea” (Jer 28,6). Pero las más de las veces es una palabra que compromete: con ella muestra uno su conformidad con alguien (1Re 1,36) o acepta una misión (Jer 11,5), asume la responsabilidad de un juramento y del juicio de Dios que le va a seguir (Núm. 5,22). Todavía más solemne es el compromiso colectivo asumido en el momento de la renovación litúrgica de la alianza (Dt 27,15-26; Neh 5,13). En la liturgia puede este término adquirir también otro valor; si uno se compromete frente a Dios, es que tiene confianza en su palabra y se remite a su poder y a su bondad; esta adhesión total es al mismo tiempo “bendición de aquel al que uno se somete (Neh 8,6); es una oración segura de ser escuchada (Tob 8,8; Jdt 15,10). El amén es entonces una aclamación litúrgica, y y en este concepto tiene su puesto después de las doxologías (1 Cr 16,36); en el NT tiene con frecuencia este sentido (Rom 1,25; Gal 1,5;2 Pe 3,18; Heb 13,21). Siendo una aclamación por la que la asamblea se une al que ora en su nombre, el amén supone que para adherirse a las palabras oídas se comprende su sentido (1 Cor 14,16). Finalmente, el amén, como adhesión y aclamación, concluye los cánticos de los elegidos, en la liturgia del cielo (Ap 5,14; 19,4), donde se une al aleluya.

CUANDO UNA PERSONA SE HA IDO. VÍSPERAS DE TODOS LOS SANTOS. NO LLORES SI ME AMAS. No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... ese día volverás a verme. sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz. Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me amas. (San Agustín)

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