EL EVANGELIO DE LA INFANCIA.
INTRODUCCIÓN
El Evangelio de la Infancia no formaba parte de la
predicación apostólica primitiva. Los apóstoles proclamaban ante todo la
resurrección de Jesús, ligada estrechamente a su pasión y muerte. Testigos de
su vida pública, los apóstoles contaban los hechos y las palabras del Maestro a
partir del bautismo de Juan hasta la ascensión.
Fue solamente en tiempos posteriores cuando las iglesias
quisieron conocer más de Jesús, sobre todo de su infancia (cf. Mt 1–2; Lc 1–2).
El Evangelio de la Infancia pertenece, por lo mismo, a los
estratos
más tardíos del evangelio de Mateo (redactado
definitivamente
hacia el año 80 d. C.) y supone, por consiguiente, una
reflexión
teológica muy profunda y más desarrollada, que ha utilizado
una
hermenéutica Midráshica, esto es, de actualización de textos
antiguos-
El Evangelio de la Infancia, tal como lo ofrece el texto
canónico
de Mateo, se abre con la genealogía de Jesu-Cristo (1,1-17),
seguida de cinco cuadros, cada uno explicado y justificado por un texto de las
Escrituras Sagradas. Se trata de un contexto artificial, pero profundamente
teológico.
1. Genealogía de Jesús Mesías (1,1-17).
2. Concepción virginal de Jesús y misión de José (1,18-25).
3. Magos del Oriente adoran a Jesús (2,1-12).
4. Huida a Egipto (2,13-15).
5. Muerte de los niños de Belén (2,16-18).
6. Jesús de Nazaret (2,19-23).
13 A. del Agua, “Los evangelios de la infancia: ¿verdad
histórica o verdad teológica?”, RazFe 230 (1994) 381-399. Más que oponerse, la
verdad histórica y la verdad teológica se complementan mutuamente. Los relatos
de Mateo son un ejemplo de hermenéutica deráshica o actualización de textos del
AT.
D. J.
Weaver, “Rewriting the Messianic Script: Matthew’s Account of the Birth of
Jesús (Mt 1,1-2,23)”, Interpretation 54 (2000) 376-385.
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