CARTA DE DIOS AL HOMBRE
Y A LA MUJER DE ADVIENTO.
Querido hombre y mujer:
He escuchado tu grito
de Adviento.
Está delante de mí.
Tu grito, golpea
continuamente a mi puerta.
Hoy quisiera hablar
contigo para que repienses tu llamada.
Hoy te quiero decir:
¿Por qué Dios preguntas? ¿A qué Dios esperas?
¿Qué has salido a
buscar y a ver en el desierto?
Escucha a tu Dios,
mujer y hombre de Adviento:
"No llames a la
puerta de un dios que no existe,
de un dios que tú te
imaginas...
Si esperas... ábrete a
la sorpresa del Dios que viene
y no del dios que tú te
haces...
Tú, hombre y mujer,
todos, tenéis siempre la misma tentación:
hacer un dios a vuestra
imagen.
Yo os digo, yo Dios de
vivos,
soy un Dios más allá de
vuestras invenciones.
Vosotros salís a ver
donde está Dios... Os dicen:
"aquí está” pero
no lo veis, y os sentís desanimados
porque Dios no está
donde os han dicho...
Y Dios está vivo. Pero
vosotros no tenéis mentalidad de Reino:
no descubrís a Dios en
lo sencillo.
Os parece que lo
sencillo es demasiado poco para que allí esté Dios.
Sabedlo: Yo, el Señor
Dios, estoy en lo sencillo y pequeño...
Hombre y mujer de hoy y
de siempre:
deja espacio a tu Dios
dentro de tu corazón.
Sólo puedo nacer y
crecer donde mi palabra es acogida.
Qué tranquilo te
quedas, haciendo -lo que hay que hacer- porque -
haciendo las cosas de
siempre- evitas la novedad del Evangelio.
Pero yo te digo que tu
corazón queda cerrado,
y tus ojos incapaces de
ver el camino por donde yo llego.
No te defiendas como
haces siempre.
No te escondas bajo
ritos vacíos.
Hombre y mujer, si me
esperas, deja de hacerme tú el camino
y ponte en el camino
que yo te señalo por boca de los profetas.
Abre el corazón a mi
Palabra.
Yo, tu Dios, te hablo
ADVIENTO-UN MES IDÓNEO
PARA LIMPIAR MI CASA.
El Papa Francisco subrayó
una historia que contaba de un hombre santo estudioso de la Biblia, que tenía
un carácter muy fuerte, que profería palabras de ira, pero pedía perdón al
Señor. Y después de cada penitencia le preguntaba:
-¿Estás contento Señor?
– No, le respondía.
– Pero te he dado todo.
– No, falta algo, le
respondía.
Así este pobre hombre
hacia otra y otra penitencia y se sentía repetir:
– No, falta algo.
– ¿Pero qué falta
Señor?
– Faltan tus pecados.
Dame tus pecados, le dijo.
“Esto es lo que el
Señor nos pide: dame tus pecados y te haré un hombre nuevo y una mujer nueva.
Que el Señor nos de fe para creer en esto”.
EL ADVIENTO NO ES SOLO NAVIDAD (NATIVIDAD)
por Van Drag.
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