¿ES RIDÍCULO ESPERAR EN
DIOS?
Los saduceos no gozaban
de popularidad entre las gentes de las aldeas. Era un sector compuesto por
familias ricas pertenecientes a la élite de Jerusalén, de tendencia
conservadora, tanto en su manera de vivir la religión como en su política de
buscar un entendimiento con el poder de Roma. No sabemos mucho más.
Lo que podemos decir es
que «negaban la resurrección». La consideraban una «novedad» propia de gente
ingenua. No les preocupaba la vida más allá de la muerte. A ellos les iba bien
en esta vida. ¿Para qué preocuparse de más?
Un día se acercan a
Jesús para ridiculizar la fe en la resurrección. Le presentan un caso
absolutamente irreal, fruto de su fantasía. Le hablan de siete hermanos que se
han ido casando sucesivamente con la misma mujer, para asegurar la continuidad
del nombre, el honor y la herencia a la rama masculina de aquellas poderosas
familias saduceas de Jerusalén. Es de lo único que entienden.
Jesús critica su visión
de la resurrección: es ridículo pensar que la vida definitiva junto a Dios vaya
a consistir en reproducir y prolongar la situación de esta vida, y en concreto
de esas estructuras patriarcales de las que se benefician los varones ricos.
La fe de Jesús en la
otra vida no consiste en algo tan irrisorio: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de
Jacob no es un Dios de muertos, sino de vivos». Jesús no puede ni imaginarse
que a Dios se le vayan muriendo sus hijos; Dios no vive por toda la eternidad
rodeado de muertos. Tampoco puede imaginar que la vida junto a Dios consista en
perpetuar las desigualdades, injusticias y abusos de este mundo.
Cuando se vive de
manera frívola y satisfecha, disfrutando del propio bienestar y olvidando a
quienes viven sufriendo, es fácil pensar solo en esta vida. Puede parecer hasta
ridículo alimentar otra esperanza.
Cuando se comparte un
poco el sufrimiento de las mayorías pobres, las cosas cambian: ¿qué decir de
los que mueren sin haber conocido el pan, la salud o el amor?, ¿qué decir de
tantas vidas malogradas o sacrificadas injustamente? ¿Es ridículo alimentar la
esperanza en Dios?
José Antonio Pagola
PADRES DE LA IGLESIA
«Había dos sectas entre
los judíos: la de los fariseos, que hacían alarde de su justicia conforme a las
tradiciones (y por esto el pueblo los llamaba divididos), y la otra de los
saduceos, que quiere decir justos, atribuyéndose lo que no eran; cuando se marcharon
los primeros, vivieron los segundos a tentarle».
San Beda
«Es verdadera vida la
de los justos que viven en Dios, aun cuando mueran en cuanto al cuerpo. Para
probar la verdad de la resurrección pudo emplear ejemplos más evidentes de los
profetas; pero los saduceos únicamente admitían los cinco libros de Moisés,
despreciando los oráculos de los profetas».
San Beda
SHEMA ISRAEL.
El texto del Dt 6,4-9,
juntamente con Dt 11,13-21 y Nm 15,38-44, integran el conocido «Shemá»
denominado así por la primera palabra hebrea de Dt 6,4: «Escucha» y que desde
finales del siglo I de nuestra era, no ha dejado de rezarse mañana y tarde por
los judíos observantes. De todos los textos que componen el «Shemá»; Dt 6,4-9
es el más importante por contener la proclamación por excelencia de la fe
judía: «El Señor es uno». Tras la palabra «Shemá», con que se invita a Israel a
ponerse en actitud de escucha, se proclama solemnemente la unidad de Yahveh-el
Señor, de donde se hace derivar la unión plena y total de Israel con Él.
Constituye así el «mandamiento principal» de Israel.
La triple expresión de
Dt 6,5 (con todo tu corazón, alma y fuerzas) insiste en el amor total y sin
reservas al Señor. El corazón y el alma, generalmente considerados como sede de
toda la vida interior (psíquica y espiritual) del hombre. A estas facultades
interiores se han de asociar las exteriores: las manos y los ojos (Dt 6,8).
Toda la persona tiene que guardar cuidadosamente todas estas palabras del Señor
en su corazón .
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