LA VIDA DE SAN JOSÉ.
PATERNIDAD DE SAN JOSÉ
RESPECTO A JESÚS.
La Sagrada Escritura
afirma expresamente la paternidad de San José, pues en varias ocasiones llama a
San José padre de Jesús como a María Madre. Así en el Evangelio de San Lucas
leemos referente a la presentación de Jesús en el templo: “Y al entrar los padres
con el niño Jesús… (2,27). Siguiendo a la profecía de Simeón, añade: “Su padre
y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de El (2,33). Más
adelante dice: “Sus padres iban cada año a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.
Y cuando era ya de doce años, al subir sus padres, etc. (2,41-43). Además,
hallamos el testimonio de la Virgen, antes citado, cuando dijo al niño: “Mira
que tu padre y yo, apenados, te buscamos” (2,48) …
Jesús es considerado
hijo de José: “Jesús, al empezar, tenía unos treinta años, y era, según se
creía, hijo de José” (Lc 3,23).
De hecho, San José
ejerció el oficio de padre dentro de la Sagrada Familia, pues es el que impuso
el nombre de su hijo: “Dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús,
porque salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21), e hizo lo que le mandó el
ángel del Señor: Mt. 2,13-14.19-21). En todo momento Jesús obedece a San José
como a Padre: “Bajó con ellos y vino Nazaret y les estaba sujeto” (Lc 2,51).
Y ¿cómo fue la
paternidad de San José? “La paternidad de San José dice referencias al misterio
de la Encarnación del Hijo de Dios, cuya grandeza exige gran exactitud en la
exposición de su contenido dogmático y en la pureza de nuestra fe.
La fórmula sencilla de
este sublime dogma es que Cristo fue concebido en el seno de la Virgen y el
Espíritu Santo o María y la Santísima Trinidad, cuya acción se apropia el
Espíritu Santo, intervienen en la realización de este misterio…
Aunque la Sagrada
Escritura llame después a San José padre de Jesús en general, es evidente que
no lo entiende en la aceptación corriente y común, pues en el relato de la
concepción de Cristo no se menciona la intervención del Santo para nada. Es
sólo la Virgen y el Espíritu Santo, supliendo las veces de varón con su virtud
divina y sobrenatural, quienes realizan el misterio. Por eso la paternidad
física y natural de San José queda totalmente excluida…
Tratándose de la
paternidad de San José, los autores con mucha frecuencia, le llaman simplemente
verdadero padre de Jesús, al estilo del Evangelio, cuando la Virgen dice tu
padre y yo. Claro que cuando quieren precisar, siempre añaden algún
calificativo, como putativo, adoptivo, etc., lo cual indica que en su mente el
verdadero siempre tiene un sentido restringido “(Véase Teología de San José”
BAC P.Llamera).
LOS SILENCIOS DE SAN JOSÉ.
Trente visites a Joseph le silencieux.
JOSÉ, PREFIGURADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
“¿Podríamos por ventura encontrar un hombre como
éste, lleno del espíritu de Dios?” (Gn 41, 38)
No hay que extrañarse de que los cristianos,
generación tras generación, convencidos del papel excepcional desempeñado por
José en el misterio dé la Encarnación y' sabedores por otra parte de que el
Antiguo Testamento anuncia y profetiza el Nuevo, se hayan aplicado a la tarea
de buscar, a través de la historia del pueblo elegido, hechos e imágenes
capaces de anunciar y prefigurar al padre virginal de Jesús.
Algunos personajes semejantes a José, sobre todo por
su misión o por sus virtudes, han llamado su atención. Hay quien ve en el
patriarca Noé, que acogió en el arca la paloma portadora & una rama de
olivo en el pico para anunciar el final del diluvio, una imagen de José,
protector de María, mística paloma que trae la salvación al mundo alumbrando a Jesús.
Igualmente se ve en Eliezer, servidor de la familia
de Isaac, encargado de vigilar a la prometida de su amo, una imagen del que
tuvo a su cargo la custodia de la Virgen-Madre.
También se piensa en José cuando se leen algunos
textos relativos a Moisés, particularmente aquellos en que se dice que era el
más dulce de los hombres y el confidente íntimo de los designios de Dios.
La figura de David evoca igualmente, a los ojos de
muchos intérpretes, una imagen lejana de José: «Es, en verdad —escribe San
Bernardo— el hijo de David, un hijo digno de su padre. Es el hijo de David con
toda la fuerza del término, no tanto por la carne como por la fe, por la
santidad, por la piedad. El Señor le quiso como otro David, capaz de guardar
sus secretos... » (Homilía sobre “Missus est”).
Pero si se trata de ver en el Antiguo Testamento un
anuncio profético de San José, ninguno mejor que el que nos ofrece el personaje
del mismo nombre, hijo del patriarca Jacob. Los Papas Pío IX en el decreto que
proclamaba a San José patrón de la Iglesia universal, y León XIII en su famosa
encíclica de 5 de agosto de 1889, que se hacía eco de lo expresado por
numerosos Padres de la Iglesia, y la misma Liturgia, así lo expresan
claramente. No sólo tenían el mismo nombre, sino que también se parecían en sus
virtudes y en su vida entretejida de pruebas y alegrías, de asombrosas
coincidencias.
Uno y otro —dos hombres justos en toda la acepción de
esta palabra— se entregaron por igual en cuerpo y alma a la misión que les
había sido confiada, evitando que se les tributaran honores que sólo
pertenecían a su Amo. Es sabido cómo los dos Josés, por una serie de
circunstancias providenciales, fueron a Egipto: el primero, perseguido por sus
hermanos y entregado, por una envidia feroz que prefiguraba la traición que se
habría de cometer con Cristo; el segundo, huyendo del furor celoso de Herodes,
para salvar a Aquel que debía ser puro trigo de los elegidos.
El José del Antiguo Testamento recibió de Dios el
privilegio de interpretar los sueños, siendo advertido así de lo que le había
de suceder. El nuevo José, a su vez, recibió por medio de sueños todos los
mensajes del Señor.
SAN JOSÉ PROTECTOR UNIVERSAL.
Fray Matías del Niño Jesús O.C.D.
“Aunque tengas muchos santos por abogados, séalo
particular de San José que alcanza mucho de Dios”. (Santa Teresa, Av.65).
NUESTRO PADRE Y SEÑOR SAN JOSÉ.
Después de la maternidad divina no hay títulos
mayores que ser padre putativo de Jesús y virginal esposo de María. De esto nacen
todas las prerrogativas excelsas de San José y su universal poder.
Es un dato histórico que en el culto a la Virgen
María y San José se adelantaron las Iglesias de Oriente a las de Occidente.
Como el Carmelo es la única orden religiosa que vino del Oriente, a ella se
debe en gran parte la propagación de estos dos cultos en la Iglesia latina. Con
lo cual ha hecho un bien espiritual inmenso a las almas. Solamente por esto
merece existir el Carmelo hasta la consumación de los siglos, como sucederá
según se lo reveló la Santísima Virgen al gran carmelita San Pedro Tomás,
Patriarca de Constantinopla.
Si la orden carmelitana tiene gloria en cuanto al
origen del culto josefino, la tiene aún mayor por el incremento que le dio
Santa Teresa, continuado por sus hijos e hijas, quienes proclaman gozosos con
su Santa Madre:
“San José es mi verdadero padre y señor”. Por esto es
protector especialísimo del Carmelo Teresiano desde sus orígenes.
¿Por qué esta devoción de los carmelitas a San José?
La razón nos la dio ya en el siglo XIV el carmelita Arnoldo Bostio:
“Es nuestro amor a la Santísima Virgen el que nos
mueve a celebrar la fiesta de sus padres y parientes. Así que, con todo el
afecto de nuestro corazón, y con la mayor solemnidad posible, honramos a San
José, que fue el apoyo de Jesús, el sustituto del Padre Eterno en orden al
Verbo encarnado, el esposo de María, el fidelísimo protector de su virginidad,
el más acabado modelo de todas las virtudes”.
Los carmelitas han vivido en intimidad filial con el
Santo Patriarca y éste les ha protegido con multitud de favores. San José es
para el Carmelo el verdadero y seguro procurador en todos sus asuntos. Así lo
significa San José de Ávila, solemnemente coronado en el año 1963.
La misma protección dispensa a quien le sea sinceramente
devoto. Es testigo el Santo Desierto de San José de Batuecas, en cuya crónica
se registran más de cuarenta casos de especial favor del glorioso Patriarca
sobre los fervorosos ermitaños que vivían en cordial servicio y amor a su santo
Patrón y titular, al que llamaban su “prelado perpetuo”, desde su venerable
fundador el celebre escritor místico y misionologo Tomás de Jesús (1).
(1). Este monasterio de PP. Carmelitas Descalzos es
uno de los Santuarios Josefinos más importantes por su antigüedad (1599) y por
su devoción al Santo Patriarca.
APARICIONES DE SAN JOSÉ
QUE NO CONOCÍAS.
UNA A UNA.
Llovía y la noche
comenzaba a cubrir el pequeño pueblo de Knock, Irlanda. Era el 21 de Agosto de
1879 cuando la encargada de limpieza de la parroquia Mary Loughlin, quedó
anonadada por una visión que tenía lugar en la pared sur de la iglesia,
iluminada por una misteriosa luz; aparecieron unas figuras paradas al frente de
la pared, figuras a las que confundió de primera impresión con las estatuas que
reemplazarían a las rotas durante una tormenta. Sorprendida, corrió bajo la
lluvia hasta la casa de su amiga Margaret Byrne.
Después de media hora,
Mary decidió salir de regreso a su casa pero acompañada por la hermana de
Margaret que también se llamaba Mary. Ambas caminaron la ruta que las llevaría
hasta su casa. Al pasar por la Iglesia, se toparon con la magnifica visión, la
que ahora se podía apreciar con mucha mayor claridad:
Eran 3 figuras que se
sostenían a unos 60cm sobre el suelo y a poca distancia de la pared sur, eran
la Virgen María, San José y San Juan Evangelista que sostenía un libro.
La imagen de la Virgen
era de tamaño real mientras que las otras 2, eran un tanto más pequeñas. La
Virgen estaba vestida toda de blanco y tenia la miraba puesta hacia el cielo.
Su cabeza estaba adornada por una gran corona. A la izquierda de san Juan había
un altar, tamaño natural y sobre éste estaba un cordero, el cual tenía la cara
hacia las figuras. Justamente detrás había una cruz. San Juan estaba parado de
tal forma que no le daba la espalda ni a Nuestra Señora, ni al altar y él
estaba dando la cara parcialmente hacia el altar.
Mary quedó abstraída
por la visión de esta hermosa aparición mientras que la hermana de Margaret, la
otra Mary, corrió a toda velocidad para avisar a su familia sobre el peculiar
acontecimiento que tenía lugar en la Iglesia. Pronto ya había una pequeña
multitud observando el espectáculo del cielo. Todos pudieron apreciar la
aparición. El párroco de la Iglesia, apellidado Cavanaugh, se negó a salir,
hecho que fue lamentado por todos los fieles allí reunidos.
Entre los testigos,
estaban Patrick Hill y John Curry. Patrick describiría el acontecimiento de la
siguiente manera:
«Parecían tener cuerpo
y vida pero no hablaban. Si nos acercábamos a ellas, estas se alejaban un poco
hacia la Pared».
Patrick además mencionó
que logró acercarse lo suficiente a la imagen de San Juan como para leer las
palabras escritas en el libro.
Una anciana mujer
llamada Bridget, se acercó a la imagen de María con la intención de besarle los
pies, pero ante sus ojos, cada vez que lo intentaba, la imagen parecía estar
más allá de su alcance. Otras personas en los campos vecinos, lograron distinguir
la extraña y hermosa luz que bañaba la Iglesia. La aparición duró por 3 horas y
así como vino, desapareció. Solo ocurrió esta única vez y María no dio mensaje
alguno.
El día siguiente, un
grupo de pobladores fue a ver al párroco quien aceptó su reporte como genuino;
escribió al Obispo de la diócesis de Tuam y de inmediato se formó una comisión
para investigar la aparición y entrevistar a sus testigos. La jerarquía
diocesana no se convenció sobre la veracidad de los hechos e incluso algunos
ridiculizaron a los videntes alegando que habían sido víctimas de alguna pesada
broma de parte de los protestantes locales. Mientras el clero se burlaba, la
gente común del pueblo creía en la veracidad de los hechos.
Los primeros
peregrinajes comenzaron en 1880 y dos años más tarde, el Arzobispo John Joseph
Lynch de Toronto, reclamó haber sido curado por la advocación Mariana de Knock.
APARICIONES DE SAN JOSÉ QUE NO CONOCÍAS.
Beas de Segura.
El miércoles de ceniza 16 de febrero de 1575, iba
santa Teresa de Jesús, acompañada de dos sacerdotes, a fundar un convento a
Beas de Segura (Jaén). Celebraron el miércoles de ceniza en la parroquia de
santa María de los Olmos de Torre, de Juan Abad, provincia de Ciudad Real.
Sor Ana de Jesús, testigo presencial de las
peripecias de aquel día, dice así: En Sierra Morena perdieron los carreteros el
camino, de manera que no sabían por dónde iban. Nuestra Madre Teresa de Jesús
nos mandó, a las ocho monjas que íbamos con ella, que rezásemos a Dios y a
nuestro padre san José que nos encaminasen; porque decían los carreteros que
íbamos perdidos y que no hallaban remedio de salir de unos riscos altísimos por
donde íbamos.
Y, al tiempo que la santa nos mandó lo dicho, comenzó
desde una hondura muy honda, que con harta dificultad se veía desde lo alto de
aquellos riscos en que estábamos, a dar grandes voces un hombre, que en la voz
parecía anciano, diciendo: Deteneos, deteneos, que vais perdidos y os vais a
despeñar si pasáis por ahí. A estas voces, paramos y los sacerdotes y las
personas seglares que iban con nosotras comenzaron a escuchar y a preguntar:
“Padre, ¿qué remedio tenemos para salir del estrecho en que estamos?”.
Él les respondió que echasen hacia una parte, que
vimos todos que milagrosamente habían podido atravesar por allí los carros.
Quisieron algunos ir a buscar al que nos había avisado y mientras ellos estaban
allá, díjonos la Madre con mucha devoción y lágrimas: “No sé para qué los
dejamos ir, que era mi padre san José y no lo han de hallar”. Y así fue que
volvieron diciendo que no habían podido hallar rastro de él, aunque habían
llegado a la hondura de donde sonó la voz.
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