LA CENA DEL SEÑOR.

 

LA CENA DEL SEÑOR.

En ocasiones nos encontramos con producciones cinematográficas en las que encontramos a Jesús partiendo el pan y bendiciendo la llamada Copa de la Redención (3a. Copa). Juntamente en las escenas en la que moja el bocado que en seguida se lo da a Judas. Mt 13:26. cosa que sucede durante la comida y no en el llamado liturgia de la cena Pascual judía, ya que esta, se hacía aparte, en la bendición de las copas (1,2,3,4) y la mesiánica que se colocaba a la orilla de la mesa litúrgica(5a. copa llamada de Elías, que no se tomaba).

Esto hace pensar a la gente que Jesús moja el bocado sobre el vino, como hacemos nosotros los católicos con la hostia (intinción) , pero sabemos que lo que se mojaba eran las hierbas amargas y la miel con frutas haciendo pensar que Judas firmaba su propia condena.

Son distorsiones de una mal interpretación al no conocer como se hace una cena judía.

Que hizo Jesús con la copa de la Redención? (tercera copa) la tomó y la ofreció y dijo” no volveré a tomar de esta copa hasta que no esté en el Reino de mi Padre “ En realidad la tomó bendijo y la ofreció…pero no la tomó, salió al huerto y estando ahí dijo: “Aparta de mi esta Copa pero no se haga lo que yo sino lo que tú” cumpliéndose en ese momento la redención(pero tendrá su culmen hasta la Cruz, cuando beba el vino agrio).

Dentro de la pintura de Leonardo Da Vinci, encontramos a Jesús sin copa y un hombre (?) juan (?) o María Magdalena. Sabemos que este pintor formaba parte de una logia que todo lo que ellos hacen hasta hoy, está llena de simbolismos y muchos de ellos escondidos a simple vista.

Que debemos concluir: que Jesús como todo judío participó de los rituales litúrgicos de su época, Jesús hizo de esa cena no tan solo pre-figuras de lo que esperaba Israel, sino los hizo realidad en su persona.

Durante mucho tiempo, el cristianismo fue considerado una secta dentro del judaísmo, los primeros cristianos leían tanto los libros en hebreo como en griego, participaban en las Sinagogas judías; Después de la destrucción del Templo (año 70) (diáspora judía) ya no eran visto con buenos ojos los cristianos hasta el sínodo de Jamnia (año 90) los judíos sacaron de todo culto a los cristianos.

Si nos damos cuenta hasta el día de hoy; en la celebración eucarística conservamos los cantos, la lectura de salmos, la lectura del Antiguo Testamento, el uso de la Luz, el altar, el pan ázimo y mucho los ritos litúrgicos de nuestros hermanos judíos; dándole un significado visto a la luz de Cristo (Cordero de Dios).



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Amén. El término amén, lejos de corresponder siempre exactamente a la traducción actual de “Así sea ¡” que expresa un mero deseo, pero no una certeza, significa, ante todo: Ciertamente, verdaderamente, seguramente o sencillamente: Sí. En efecto, este adverbio deriva de una raíz hebraica que implica firmeza, solidez, seguridad (cfr. Fe). Decir amén es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. 1. Compromiso y aclamación. El amén que confirma un dicho puede tener un sentido débil, como cuando decimos “Sea” (Jer 28,6). Pero las más de las veces es una palabra que compromete: con ella muestra uno su conformidad con alguien (1Re 1,36) o acepta una misión (Jer 11,5), asume la responsabilidad de un juramento y del juicio de Dios que le va a seguir (Núm. 5,22). Todavía más solemne es el compromiso colectivo asumido en el momento de la renovación litúrgica de la alianza (Dt 27,15-26; Neh 5,13). En la liturgia puede este término adquirir también otro valor; si uno se compromete frente a Dios, es que tiene confianza en su palabra y se remite a su poder y a su bondad; esta adhesión total es al mismo tiempo “bendición de aquel al que uno se somete (Neh 8,6); es una oración segura de ser escuchada (Tob 8,8; Jdt 15,10). El amén es entonces una aclamación litúrgica, y y en este concepto tiene su puesto después de las doxologías (1 Cr 16,36); en el NT tiene con frecuencia este sentido (Rom 1,25; Gal 1,5;2 Pe 3,18; Heb 13,21). Siendo una aclamación por la que la asamblea se une al que ora en su nombre, el amén supone que para adherirse a las palabras oídas se comprende su sentido (1 Cor 14,16). Finalmente, el amén, como adhesión y aclamación, concluye los cánticos de los elegidos, en la liturgia del cielo (Ap 5,14; 19,4), donde se une al aleluya.

CUANDO UNA PERSONA SE HA IDO. VÍSPERAS DE TODOS LOS SANTOS. NO LLORES SI ME AMAS. No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... ese día volverás a verme. sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz. Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me amas. (San Agustín)

LA FELICIDAD DE JESÚS. José Antonio Pagola

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