GOTITAS DE FE Y
SABIDURÍA.
NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO DIJO EN EL PADRENUESTRO : «PERDONA NUESTRAS DEUDAS» Y NO «NUESTRAS
OFENSAS»
Por Lic. Martha Tenorio
A.
En 1988, el Arzobispo
de Toledo, España y Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, cardenal
Marcelo González Martín, realizó un cambio al texto del Padrenuestro para todos
los países de habla hispana, alterando la frase de : “perdona nuestras deudas,
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” a la nueva : “perdona
nuestras ofensas, como también perdonamos a los que nos ofenden”, aludiendo que
la expresión sería más comprensible para la mayoría de gente, porque se
tratarían de simples sinónimos, siendo que no pareciera tener mayor
trascendencia. Es así como Papa Juan Pablo II lo aprobó para España en ese año
y para los demás países de habla hispana, estableció su vigencia desde 1992,
siendo usado aún hasta la fecha en la Iglesia post conciliar Vaticano II.
Pero teológicamente
analizando, ¿será verdad que la expresión “ofensas“ es suplente de “deudas”?.
Esta analogía ha sido otorgada bajo el concepto de que suplicamos a Dios que
nos perdone por haberle agraviado “con nuestros pecados”. Sin embargo, bajo
esta perspectiva, no se estaría incluyendo las denominadas secuelas, las cuales
no todas son personales, pero se suman a los pecados. Entonces habrá que
examinar necesariamente dos conceptos:
Pecado : Es el agravio
contra Dios, es contravenir el amor de Dios y al prójimo, lo cual significa
haber transgredido algunos o todos los diez mandamientos. " A nadie le
debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el
resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás,
no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace
daño; por eso amar es cumplir la ley entera." (Rom. 13,8-10).
No obstante, no sólo es
pecado transgredir los mandamientos, sino cuando nos rehusamos hacer un bien al
prójimo estando en nuestras posiblidades, sea por ocio o falta de voluntad,
pero, con lo cual podría haberse aliviado un pesar o preveerse o hasta
solucionarse un problema; a éso se denomina pecado de omisión. "Así que
comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace." (Sant. 4, 17)
Pena : Es la
consecuencia del pecado. Son los efectos que se producen a nivel personal
(laxitud en la conciencia, obstinación en el pecado, desaliento de salir de él,
suicidio), y el cómo afectan directamente al prójimo afrentado, es decir los
daños causados dentro de las situaciones (difamación, vergüenza, daño
psicológico, homicidio y/o suicidio). Mas también se incluyen los daños
colaterales que se originen a causa de ellos (perturbaciones y dolores en la
familia, hijos abandonados, bancarrota, miseria, rencores, etc.).
En tal sentido, cuando
se dice: “perdona nuestras ofensas”, sólo se manifiesta la falta
centralizándose en sí misma, como totalmente personalizada. Cabe señalar sin
embargo, que toda acción no queda en sí misma, sino a modo de un axioma natural
emite una repercusión, tal como el hecho de tirar una piedra al rio, propicia
como resultado una onda expansiva.
Nuestro Señor
Jesucristo, perfecto en sus razones y en la semántica de todas sus expresiones,
utilizó el término “perdona nuestras deudas”, que señala el significado exacto
de lo que realmente quiso decir, mismo que tiene dos tipos de dimensiones de
infinito alcance :
La primera es, pedirle
al Señor que nos absuelva totalmente de ambos delitos : pecado y pena, a
efectos de la gracia de su redención; además de añadir una forma de reparación
por éstas, mediante el compromiso de perdonar en igual forma la conducta del
prójimo hacia nosotros: sea cuando nos hayan agraviado gravemente o por haber
inadvertido cualquier gesto de generosidad con que los hallamos procurado.
Para entender la otra
dimensión, debemos admitir que siendo criaturas creadas por el amor de Dios, no
nos da derecho a sentir que somos dueños de algo; no obstante, Dios le otorgó
al hombre el privilegio de vivir como ser racional y dominar sobre las demás
criaturas irracionales creadas.
La otra dimensión de
deudas comprende muchas cosas, pero mencionaremos lo más importante :
Al Señor le debemos
nuestra vida terrenal, de modo que siendo Él, dueño de nuestra vida, nadie
puede atentar contra ella desde su concepción; pues gracias a la cual tenemos
la oportunidad de conocerlo, amarlo y con nuestras acciones del día a día,
hacernos dignos de una eternidad a su lado, considerando que las puertas del
cielo ya han sido abiertas por la redención de Nuestro Señor Jesucristo. A Dios
le debemos el alimento y el vestido, porque aunque se compren con nuestra
remuneración o sean procesadas por nuestras propias faenas; sus materias primas
nacen de la tierra a la cual Dios le ha dado la fecundidad de generarlas, a fin
de atender las necesidades del hombre, cosechando los productos del campo que
le son necesarios; así como el proveerse de animales comestibles mamíferos y
aves; además de la carne y frutos que surgen del vasto ámbito del mar para su
sustento.
A Dios le debemos la
cultura, la ciencia y la tecnología, porque el hombre a través de su
razonamiento concedido, puede descubrir las maravillas de la naturaleza,
industrializarlas y obtener beneficio de ellas. A Dios le debemos nuestros
talentos que nos permite servirle en la vida a través del servicio al prójimo,
con el cual ganarnos el salario o remuneración cuando lo convertimos en una
profesión u oficio para ganar el pan para nosotros y de nuestra familia.
Pero también tenemos
deuda con Dios por mostrarle desatenciones: no saludarle al despertar o despedirnos
al dormir, no rezarle siquiera una jaculatoria durante el día, menos aún
compartirle nuestras alegrías y progresos. A Dios le debemos los Mandamientos
de su Ley y las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, que nos sirven de guía
para hacer de esta vida un preludio de la vida eterna. A Dios le debemos la
Santa Misa y demás Sacramentos como canales de su gracia santificante y ayuda
para no caer en las tentaciones. A Dios le debemos que nos haya dado a su
propia Madre, como nuestra Madre Celestial: Abogada, Medianera, Auxilio
(espiritual) y Socorro (material) para toda ocasión. A Dios le debemos el haber
sido elevados a ser sus hijos y herederos del cielo por medio de la Redención
de Nuestro Señor Jesucristo que nos abrió el Paraíso de vida eterna con su
crucifixión, muerte, y su resurrección.
En definitiva, ofender
al Señor es la parte, aunque sumamente inmensa, de toda nuestra infinita deuda
con Él, Quien es todo amor, bondad y misericordia sempiterna, pero que
constantemente es agraviado por nosotros en demasía; por tal razón, es justo y
necesario hacer un humilde reconocimiento, respecto a que todo lo que nos ha
proporcionado sin merecerlo, ni siquiera sabemos agradecerlo apropiadamente o
hacer de ellos un servicio auténtico a nuestro Hacedor; por lo cual le pedimos
que perdone estos permanente olvidos involuntarios, que sin llegar a ser
pecados mortales o siquiera veniales, es acertado ser magnánimo en suplicarle,
que los perdone; pues no dejan de ser deudas que tiene la criatura con su
Divino Creador y Redentor.
Por todo lo expuesto,
se concluye que el texto original del Padrenuestro, fue, es y será siempre, lo
explícitamente exacto y no hay lugar a corrección bajo cualquier motivo o
pretendida exégesis; después de todo, impera respetarse, pues así ha salido de
labios del mismo Jesucristo, nuestro Salvador
GOTITAS DE FE Y SABIDURÍA.
¿CUÁNDO UN EXORCISMO ES UN VERDADERO EXORCISMO
CATÓLICO?
La oración de liberación es otra cosa
No debemos confundir la Oración de Liberación con el
exorcismo. Muchos católicos que participaron en una oración de liberación, la
han confundido con un exorcismo y en muchos lugares, en que se realiza esta
oración, se cree que se practica el exorcismo. La Oración de Liberación es:
“La oración que se hace para acabar con la influencia
del demonio en una persona. Suele realizarse por parte de un sacerdote solo o
por un grupo de laicos (con o sin sacerdote) que oran a Dios para que la
persona sea liberada de toda influencia demoniaca” .
La gran diferencia está en que en el exorcismo el
sacerdote exorcista conjura al demonio, y esta oración se dirige a Dios.
GOTITAS DE FE Y SABIDURÍA.
Devoción de las Tres
Avemarías.
Así es como se compone
la devoción de las Tres Avemarías:
María, Madre mía,
líbrame de caer en pecado mortal.
Por el poder que te
concedió el Padre Eterno.
Dios te salve, María;
llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Por la sabiduría que te
concedió el Hijo.
Dios te salve, María;
llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Por el Amor que te
concedió el Espíritu Santo.
Dios te salve, María;
llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Gloria al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo! Como era en el principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Amén.
Pero volvamos al
Avemaría.
La oración como la conocemos
y recitamos hoy en día, apareció en Brescia en 1498, en la colección Triumphi,
sonetti, canzon e laude de la Gloriosa Madre de Dio Vergine Maria, una obra
dedicada a la Virgen compuesta por Gasparino Borro, un sacerdote perteneciente
a la Orden de sirvientes de María. En 1568, el Papa Pío V, en la Liturgia de
las Horas, impuso a todos los sacerdotes a recitar el Padre Nuestro seguido de
un Avemaría al comienzo de cada hora del Oficio Divino.
La oración del Avemaría
hoy es, junto con el Padre Nuestro, una de las más difundidas y famosas, la que
se repite con mayor frecuencia grabada en anillos y brazaletes de oración. El
Rosario es todavía una práctica devocional extendida por todo el mundo, y la
corona del Rosario a menudo trasciende la práctica de la oración misma,
convirtiéndose en un amuleto de buena suerte, una protección contra el mal, una
forma de sentir siempre a María a nuestro lado.
Así es como el Papa
Francisco nos lleva al redescubrimiento de esta maravillosa oración:
El Arcángel Gabriel se
dirige a María y la llama “llena de gracia” (Lc 1,28). De la misma manera nos
dirigimos a la Virgen María cuando oramos: Dios te salve María, llena de
gracia.
El Papa Francisco
explica el significado de esta apertura: en María “no hay lugar para el pecado,
porque Dios siempre la ha elegido como la madre de Jesús y la ha preservado del
pecado original”.
Continuando
dirigiéndose a María, Gabriel agrega: “El Señor está contigo”
El Papa Francisco
explica que, como el Señor ha estado con María, así que puede ser con todos
nosotros, si estamos dispuestos a recibir Su palabra y seguir Sus dictados.
“Es como si Dios
adquiriera carne en nosotros. Él viene a habitar en nosotros, porque toma
morada en aquellos que le aman y cumplen su Palabra. No es fácil entender esto,
pero, sí, es fácil sentirlo en el corazón […] ¿Pensamos que la encarnación de
Jesús es sólo algo del pasado, que no nos concierne personalmente? Creer en
Jesús significa ofrecerle nuestra carne, con la humildad y el valor de María”.
El ángel continúa y le
dice a María: “Bendita tú eres entre todas las mujeres”
Recordamos que María
era una chica humilde y modesta, probablemente incapaz de entender
completamente el plan de Dios, el destino que Él tenía reservado para ella. Y,
sin embargo, no dudó en aceptarlo. ¿Qué la hace tan especial, bendita entre las
mujeres? Simplemente su simplicidad.
A la pregunta de cómo
eligió seguir su fe María, el Papa Francisco responde: “La vivió en la
sencillez de las mil ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada mamá, como
proveer al alimento, al vestido, la atención de la casa… Precisamente esta
existencia normal de la Virgen fue el terreno donde se desarrolló una relación
singular y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su Hijo.”
La oración continúa:
“Bendito el fruto de tu vientre, Jesús”
María no se limitó a
consentir que el Hijo de Dios se convirtiera en carne y sangre en su vientre.
“Primero concibió la fe y luego el Señor”, dice el Papa Francisco. Su elección
no es pasiva, ella primero acepta el Espíritu Santo en el corazón y luego en el
vientre. “Como, a nivel físico, recibe el poder del Espíritu Santo pero después
da la carne y la sangre al Hijo de Dios que se forma en Ella, así, en el plano
espiritual, acoge la gracia y corresponde a ella con la fe”.
.
La segunda parte de la
oración del Avemaría se abre con una nueva invocación a Nuestra Señora, que
ahora se llama: “Santa María, Madre de Dios”
Como dijimos antes, ser
Madre de Jesús la hace única entre nosotros, los hombres y Dios. El Papa
Francisco dice: “nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la
vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la
voluntad de Dios, nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio
gozoso y sin fronteras”.
Incluso la petición
“Ruega por nosotros pecadores” está vinculada al papel de María como
intermediaria entre nosotros y Dios, la madre de todos los hombres,
infinitamente buena y misericordiosa, atenta a nuestras necesidades, siempre
dispuesta a aconsejarnos. El Papa Francisco dice: “Este es el don del consejo.
Ustedes mamás que tienen este don, pídanlo para sus hijos. El don de dar
consejo a los hijos es un don de Dios”.
El Papa concluye su
explicación del Avemaría explicando el último versículo: “Ahora y en la hora de
nuestra muerte”
El Papa dice que
debemos confiar en ella “para que Ella, como Madre de nuestro hermano
primogénito, Jesús, nos enseñe a tener su mismo espíritu materno hacia nuestros
hermanos, con la capacidad sincera de acoger, perdonar, dar fuerza e infundir
confianza y esperanza. Esto es lo que hace una mamá”.
Siguiendo el ejemplo de
María, aceptando la carga que Dios ha elegido para nosotros, ya hemos comenzado
en un camino impracticable, pero eso nos garantizará la salvación, y en cada
instante, ahora y en la hora de nuestra muerte, nuestra Madre celestial estará
a nuestro lado.
Esta visión de Nuestra
Señora como la madre de todos fue realzada por el Papa Francisco a lo largo de
su pontificado. En particular, en 2013, al final de la Misa celebrada el 13 de
octubre en San Pedro, con motivo de la Jornada Mariana, consagró el mundo
entero a la Virgen de Fátima. Esta consagración se informa en el libro del Papa
dedicado a Nuestra Señora “María. Madre de todos”.
GOTITAS ESPIRITUALES.
Vamos, pues, a clasificar y dividir los grandes fenómenos de la mística a base de esos tres grandes aspectos de la vida humana: el intelectual, el afectivo y el orgánico, Tres serán, según esto, las series de fenómenos quevamos a examinar:
a) Fenómenos de orden cognoscitivo.
b) Fenómenos de orden afectivo.
c) Fenómenos de orden corporal.
Cada una de estas series tendrá sus correspondientes subdivisiones, como veremos. Y al estudiar los fenómenos en particular, procuraremos tener el siguiente estilo: ante todo, expondremos el hecho en sí mismo y en sus principales
variedades—si las tiene—; a continuación señalaremos sus causas, y finalmente, examinaremos sus falsificaciones en el orden natural y en el preternatural, dando—si el caso lo requiere—las principales normas para su discernimiento.
Los principales son los siguientes:
1o. Visiones.
2o. Locuciones.
3o. Revelaciones.
4o. Discernimiento de espíritus.
5.° Hierognosis.
6.° Otros fenómenos cognoscitivos.
Vamos a estudiarlos uno por uno siguiendo el orden enunciado.
Visiones
1. Noción.—Propiamente hablando, la visión se refiere únicamente al sentido de la vista. Puede definirse diciendo que es «la percepción de un objeto por los ojos corporales». Pero por extensión y analogía se aplica la palabra ver a los demás sentidos y a la misma inteligencia
2.En un sentido amplio y refiriéndolas a la Mística, podemos, pues, definir las visiones diciendo que son «percepciones sobrenaturales de un objeto naturalmente invisible para el hombre»
VESTIDURAS LITÚRGICAS.
Las oraciones que acompañan
el proceso de vestir
Cuando el sacerdote viste las
vestiduras litúrgicas, realiza un rito real, que contribuye al proceso de
‘despersonalización’, haciendo que el celebrante mismo, como un hombre común,
se convierta durante el tiempo de la liturgia en alguien que no sea él mismo,
una especie de emanación de Cristo.
Los textos de estas oraciones
particulares a menudo se encuentran en la sacristía, aunque la mayoría de ellos
ya no son obligatorios.
La ceremonia de vestir
siempre comienza con la ablución de las manos, que anuncia la separación de
todo lo que es ordinario y profano, para acercarse a una dimensión más
espiritual y sagrada. La oración que acompaña a la ablución de las manos dice:
Da, Domine, virtutem manibus meis ad abstergendam omnem maculam; ut sine
pollutione mentis et corporis valeam tibi servire. (Purifica, Señor, de toda mancha mis manos con tu
virtud, para que pueda yo servirte con limpieza de cuerpo y alma. Amen).
Como ya hemos mencionado en
relación con la lista de vestiduras litúrgicas, el proceso de vestir procede
gradualmente, superponiendo a las varias vestiduras de acuerdo con las reglas
codificadas a lo largo de los siglos.
Primero se pone el amito, la
tela blanca cuya función es cubrir el cuello del sacerdote si el alba no es
suficiente. Es una especie de ‘protección’ contra el mal y las tentaciones, un
casco simbólico. La oración prevista para ponerse el amito de hecho recita:
Impone, Domine, capiti meo galeam salutis, ad expugnandos diabólicos incursus.
(Pon, Señor, sobre mi cabeza el yelmo de salvacion, para rechazar los asaltos
del enemigo. Amen).
Posteriormente, el sacerdote
se pone un alba, símbolo de pureza y santidad, un pase esencial para ascender a
la gracia divina. Al usar el alba, el sacerdote debe recitar: Dealba me,
Domine, et munda cor meum; ut, in sanguine Agni dealbatus, gaudiis perfruar
sempiternis. (Hazme puro Señor, y limpia mi corazon, para que, santificado por
la Sangre del Cordero, pueda gozar de las delicias eternas. Amen).
El alba se aprieta en la
cintura con el cíngulo, que puede ser de diferentes colores, según el tiempo
litúrgico. El cíngulo simboliza las virtudes de dominio de sí mismo, y el
sacerdote recuerda a citar San Pablo: Praecinge me, Domine, cingulo puritatis,
et exstingue in lumbis meis humorem libidinis; ut maneat in me virtus
continentiae et castitatis. (Ciñeme Señor con el cingulo de Tu pureza, y borra
en mis carnes el fuego de la conscupicencia, para que more siempre en mi, la
Virtud de la continencia y la castidad. Amen).
La estola sacerdotal
distingue al celebrante más que cualquier otra vestidura litúrgica. Mientras se
la pone el sacerdote recita: Redde mihi, Domine, stolam immortalitatis, quam
perdidi in praevaricatione primi parentis; et, quamvis indignus accedo ad tuum
sacrum mysterium, merear tamen gaudium sempiternum. (Devuelveme Señor, la
estola de la inmortalidad, que perdi con el pecado de mis primeros padres, y
aun cuando me aceptas sin ser digno a celebrar tus Sagrados Misterios, haz que
merezca el gozo Eterno. Amen).
Por fin, el sacerdote que
está a punto de celebrar la Santa Misa se pone la casulla. La oración prevista
retoma las palabras de Jesús: Domine, qui dixisti: Iugum meum suave est, et
onus meum leve: fac, ut istud portare sic valeam, quod consequar tuam gratiam.
Amen. (Señor, que has dicho, mi yugo es suave, y mi carga liviana, haz que la
lleve a tu manera y consiga tu gracia. Amen)
GOTITAS
ESPIRITUALES.
La oración
del Ave María extendido a lo largo de los años
Es por eso
que el Avemaría se ha convertido en una de las oraciones más famosas y
difundidas, corazón de la práctica del Rosario, también eso dedicado
enteramente a María, y de muchas otras prácticas devocionales.
Pensemos,
por ejemplo, en la devoción de las tres Avemarías. Esta oración mariana muy
popular fue creada por Santa Matilde de Hackeborn, una monja benedictina que
vivió entre 1240 y 1298. Santa Matilde ya había recibido la visita de María en
otras ocasiones, y alentada por este favor de parte de la Madre de Jesús, le
pidió que la consolara en el momento de la muerte.
Nuestra
Señora aceptó, pero como signo de compromiso y dedicación por parte de la Santa
le pidió que recitara tres Avemarías especiales todos los días, con la
intención de alabar a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y
dar gracias por todos los maravillosos dones con los que Nuestra Señora había
sido adornada.
La primera
Avemaría estaría dirigida a Dios Padre que en su omnipotencia y omnisciencia
tomó la más humilde de las niñas y le dio un poder casi igual al de Él,
haciéndola omnipotente en el cielo y en la tierra.
La segunda
Avemaría honraría Jesús, Hijo de Dios, que infunde a Nuestra Señora una
conciencia y sabiduría inconcebibles para cualquier otro ser humano,
permitiéndole disfrutar la visión de la Santísima Trinidad y compartir su luz.
La tercera
Avemaría estaría dirigida al Espíritu Santo que invistió a Nuestra Señora de la
plenitud del amor de la que está compuesto, haciéndola bueno, dulce y dócil
sobre todas las mujeres y hombres de todos los tiempos. A cambio de este acto
devocional, Nuestra Señora habría concedido a Santa Matilde, en el momento de
su muerte, su presencia, su luz y todo su amor divino.
En la
práctica, cada una de las tres oraciones se dirige a uno de los atributos
conferidos a María por la Santísima Trinidad:
El poder
otorgado por Dios Padre.
La
sapiencia, la sabiduría dada por el Hijo.
El amor y la
misericordia del Espíritu Santo.
Con esta
práctica devocional se reconoce a María una excelencia incomparable en poder,
sabiduría y misericordia. María es proclamada por la Iglesia como Poderosa
Virgen, Madre de la Misericordia y Sede de la Sabiduría.
La práctica
devocional de recitar el Avemaría tres veces todavía está muy extendida. Con
ella queremos honrar a la Santa Madre y eventualmente solicitar su mediación
para obtener una gracia o favor especial de Dios. De hecho, como Nuestra Señora
le prometió a Santa Matilde su ayuda en el momento de la muerte, de la misma
manera renueva su promesa por la vida y la muerte a aquellos que recitan las
tres Avemarías todos los días.
GOTITAS LITÚRGICAS.
MATERIA DE SACRIFICIO.
Hubo quienes usaron otras materias
Como suele pasar con muchas otras cosas, ha habido
–y hay–, quienes pretendieron corregirle la plana a Jesucristo en la elección
que Él hizo acerca de la materia del sacrificio eucarístico. El ridículo y la
necedad suelen hacer brillar con mayor esplendor la verdad y la sabiduría. Los
artotyritas, como dice San Agustín y Teodoreto, usaban de pan y queso, porque
suponían que era lo que los primeros hombres ofrecían a Dios, como dice el
Génesis, que eran los frutos de la tierra y de los animales, simbolizados en
los productos indicados: el fruto de la tierra, y el queso, hecho de leche de ovejas.
Los catafrigios y pepucianos usaban pan de harina
amasado con sangre de niños, para manifestar la realidad sacrificial de la
eucaristía con la sangre inocente de los niños. (😎
Los ebionitas y encatritas sólo ofrecían agua –de
ahí que también se los llamara acuarios–, bajo pretexto de sobriedad. En esto
los imitaron los severianos y los maniqueos. Otros usaron sólo agua por miedo
en tiempo de las persecuciones, a quienes reprende San Cipriano9 . El Papa
Julio10 reprende a los que «guardan
durante el año un paño empapado en mosto y, cuando quieren sacrificar, lavan en
agua una de sus partes y así ofrecen».
Los calvinistas sostienen que en caso de necesidad
se puede usar como materia todo lo que tenga alguna analogía con él y con el
vino.
Hace años escuché a alguno argüir en contra del pan
y del vino porque en Alaska no se dan , no dándose cuenta que si el Señor
hubiese elegido una materia que abundara en Alaska, ésta, probablemente
faltaría en el resto del mundo. Más modernamente, en Estados Unidos uno propuso
que sería más popular que la materia fuese pizza y Coca–Cola. En Salta un
delirante afirmó que el pan de trigo era cancerígeno y algunos periodistas en
vez de apuntar a las panaderías, apuntaron a la Eucaristía; y no faltó quien
dijo que la materia se podía cambiar si Roma lo autorizaba, ignorando que ni un
Papa ni todos los Papas juntos, ni un Concilio ni todos los Concilios juntos,
pueden cambiar la materia establecida por Jesucristo.
8 cfr. San
Epifanio, Haer. 48, 14.
ALMA.
El alma, lejos de
ser una “parte” que juntamente con el “cuerpo compone el ser humano, designa al
hombre entero en cuanto animado por un espíritu de vida. Propiamente hablando,
no habita en un cuerpo, sino que se expresa por el cuerpo, el cual, al igual
que la carne, designa también al hombre entero. Si el alma, en virtud de su
relación con el Espíritu, indica en el hombre su origen espiritual, esta
“espiritualidad” tiene profundas raíces en el mundo concreto.
¿Es lícito mezclar vino y agua?
Absolutamente sí. Además del hecho de que, al tiempo
de Jesús, era normal diluir el vino con agua, también hay una razón simbólica.
El agua simboliza la naturaleza humana de Jesús mezclada con la divina
representada por el vino de misa. Aun así, agua y vino mezclándose recuerdan
Jesús que atrayéndonos a sí mismo toma nuestros pecados y los elimina.
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