EL RESPONSORIO: SALMOS




 LOS SALMOS.

 

LOS SALMOS SON POEMAS ORACIONALES.

Este apunte sobre la poesía es incompleto si no añadimos que los salmos son poemas «oracionales». Nacieron para el culto o desembocaron en el culto. De hecho hay salmos que se atribuyen a Asaf, a los hijos de Coré, a Hemán y a Etam (o Yedutún), todos ellos cantores del templo preexílico según los libros de Crónicas. La tradición que atribuye a David muchos de los salmos, hace también remontarse a él la organización del culto, incluso los cantores (1Cro 25), y se une a los viejos textos que le presentan danzando y cantando ante Yahvé (2 S 6,5.16). Las indicaciones musicales y litúrgicas que encontramos en títulos de algunos salmos son un indicio de que estos salmos se recitaban en el templo (cf. por ejemplo Sal 20; 26; 66; 81; 107; 116; 134; 135; etc.). Las «Canciones de las subidas» (Sal 120-134) eran, como el Sal 84, cantos de peregrinación al santuario. Es decir, muchos salmos, incluso individuales, fueron compuestos para el servicio del templo.

Otros, si bien no tuvieron al principio tal destino, fueron al menos adaptados al mismo mediante la adición de bendiciones (cf. Sal 125; 128; 129). Algunos títulos nos informan sobre las fiestas concretas para las que fueron compuestos algunos salmos (cf. Sal 30; 92; o, según los títulos de la versión griega, los Sal 24; 29; 48; 93; 94). Quizá no sean primitivas estas indicaciones, pero testifican que el Salterio fue el cantoral del templo y de la sinagoga, antes de que fuera el cantoral de la Iglesia cristiana.



EL RESPONSORIO: SALMOS
SALMO RESPONSORIAL.

Ø Después de la primera lectura sigue el salmo responsorial, que es parte integral de la liturgia de la Palabra y de por sí tiene una gran importancia litúrgica y pastoral, por cuanto favorece la meditación de la Palabra de Dios.

Ø El salmo responsorial será el correspondiente a cada lectura y normalmente se tomará del Leccionario.
Ø Es conveniente que el salmo responsorial sea cantado, al menos en lo que se refiere a la respuesta del pueblo. El salmista, o el cantor del salmo, profiere los versículos del salmo en el ambón o en otro lugar adecuado, mientras que toda la asamblea permanece sentada y escucha, y más aún participa con la respuesta, a no ser que el salmo sea proferido de modo directo, es decir sin respuesta. Para facilitar la respuesta salmódica del pueblo, se han seleccionado algunos textos de respuestas y de salmos según los diversos tiempos del año o las diversas categorías de Santos, que pueden emplearse en lugar del texto correspondiente a la lectura, siempre que el salmo sea cantado. Si el salmo no puede ser cantado, se lo ha de recitar del modo más adecuado para favorecer la meditación de la Palabra de Dios.

Los Salmos son Palabra de Dios Cantada, es una lectura cantada que tiene carácter propio y puede adoptar diversos géneros expresivos: de alabanza, de exclamación, de agradecimiento, de súplica, de arrepentimiento, de reconocimiento de la bondad y la grandeza de Dios, etc.

No es fácil la interpretación del Salmo. Pueden admitirse tres variantes más que elevadas en inspiración. El Salmo no tiene “estrofas”, está compuesto de versículos, continuos e inter-relacionados unos con otros y uno o dos de ellos oficia de “Antífona” o “Responsorio” de allí la expresión litúrgica “Salmo Responsorial”. Todo el Salmo es una respuesta a lo proclamado en la Primera Lectura. Por esta razón es totalmente incorrecto anunciar “a las estrofas del salmo respondemos…” error muy común en las celebraciones.-

La forma apropiada de entonar el Salmo es que un salmista, debidamente preparado, y con las habilidades musicales necesaria para interpretarlo, lo cante frente a toda la Asamblea, repitiendo las correspondientes Antífonas junto con la Asamblea, y entonando como solista los versicularios que contienen la tónica del Salmo en cuestión.-

El Salmo no necesita monición de guías, al ser respuesta directa a la Primera Proclamación, es una continuidad de la Primera Lectura, por lo tanto bien culmina la proclamación de esta, el salmista se ubicará en el ambón y comenzará la entonación del Salmo, incitando con su tonalidad a la respuesta conjunta de la asamblea.-
Las variantes de interpretación deben ser las más apropiadas y que ofrezcan dignidad al momento que se está celebrando. La forma “salmista – todos – salmista – todos” suele ser la más habitual. Es sumamente importante que la Asamblea participe de la respuesta cantada a los versículos, casi con fuerza de aclamación, debe resonar en el templo esta respuesta.-

Cuando las dotes musicales del salmista no permitan la entonación del cántico completo, al menos deberá entonarse el Versículo Respuesta en forma cantada, y los versículos restantes en forma proclamada (recordar que el Salmo es Palabra de Dios también por lo tanto debe ser proclamada con esa impronta y respeto). En estos casos puede asumirse la forma “salmista - todos – proclamación – todos”, iniciando y culminando el salmo con la Antífona cantada.-
Ahora, cuando las posibilidades vocales y/o musicales de la comunidad hagan imposible que el Salmo pueda ser cantado íntegramente o parcialmente, es preferible proclamarlo con toda vehemencia, antes que incurrir en deformaciones musicales, o en el común error de querer introducir una canción inspirada en el contenido del salmo, pero que no sea la letra que debe proclamarse.-

El Salmo no puede ni debe ser reemplazado o sustituido por otra canción.-
En comunidades menos numerosas o más crecidas litúrgicamente, toda la Asamblea suele cantar todo el Salmo (como suele ser la modalidad de la Liturgia de las Horas) y este si sería el máximo de expresión litúrgica para este momento celebrativo.-

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Amén. El término amén, lejos de corresponder siempre exactamente a la traducción actual de “Así sea ¡” que expresa un mero deseo, pero no una certeza, significa, ante todo: Ciertamente, verdaderamente, seguramente o sencillamente: Sí. En efecto, este adverbio deriva de una raíz hebraica que implica firmeza, solidez, seguridad (cfr. Fe). Decir amén es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. 1. Compromiso y aclamación. El amén que confirma un dicho puede tener un sentido débil, como cuando decimos “Sea” (Jer 28,6). Pero las más de las veces es una palabra que compromete: con ella muestra uno su conformidad con alguien (1Re 1,36) o acepta una misión (Jer 11,5), asume la responsabilidad de un juramento y del juicio de Dios que le va a seguir (Núm. 5,22). Todavía más solemne es el compromiso colectivo asumido en el momento de la renovación litúrgica de la alianza (Dt 27,15-26; Neh 5,13). En la liturgia puede este término adquirir también otro valor; si uno se compromete frente a Dios, es que tiene confianza en su palabra y se remite a su poder y a su bondad; esta adhesión total es al mismo tiempo “bendición de aquel al que uno se somete (Neh 8,6); es una oración segura de ser escuchada (Tob 8,8; Jdt 15,10). El amén es entonces una aclamación litúrgica, y y en este concepto tiene su puesto después de las doxologías (1 Cr 16,36); en el NT tiene con frecuencia este sentido (Rom 1,25; Gal 1,5;2 Pe 3,18; Heb 13,21). Siendo una aclamación por la que la asamblea se une al que ora en su nombre, el amén supone que para adherirse a las palabras oídas se comprende su sentido (1 Cor 14,16). Finalmente, el amén, como adhesión y aclamación, concluye los cánticos de los elegidos, en la liturgia del cielo (Ap 5,14; 19,4), donde se une al aleluya.

CUANDO UNA PERSONA SE HA IDO. VÍSPERAS DE TODOS LOS SANTOS. NO LLORES SI ME AMAS. No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... ese día volverás a verme. sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz. Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me amas. (San Agustín)

LA FELICIDAD DE JESÚS. José Antonio Pagola

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