.El primer significado de ‘Intercesor', tal y como lo define el
diccionario, es: 'Uno que intercede en favor de otro, especialmente uno que ora
o pide a DIOS por otro'.Esto lo somos todos los que oramos por las necesidades
de los demás. TODOS podemos y debemos ser intercesores.
Ejemplos de Intercesiones en la Biblia:
- Gen 18,23-33, Abraham pide a DIOS por la vida de la gente de Sodoma.
- Ex 32,11 y Sal 106,3, Moisés pide a DIOS por motivo del becerro de
oro.
- Rom 15,30, San Pablo pide que oren por él.
- Col 1,9, San Pablo dice, 'tampoco nosotros hemos cesado de rezar por
ustedes desde el día en que recibimos esas noticias, y pedimos a DIOS que
alcancen el pleno conocimiento de Su voluntad mediante dones de sabiduría y
entendimiento espiritual.
- 2Tes 1,11, San Pablo reiteraba 'nosotros rezamos siempre por ustedes’.
- Santiago 5,16, San Santiago pide, 'oren los unos por los otros'.
Cristo jamás dijo que le pidiéramos a el las cosas para el ir al Padre,
eso haría de Jesús Resucitado el "muchacho mensajero", Jesús por el
contrario dijo 'TODO LO QUE PIDAN AL PADRE EN MI NOMBRE SE LES CONCEDERÁ"
(Juan 16:23) así que los Santos y la Virgen VAN EN EL NOMBRE DE JESÚS AL PADRE
Y UNEN SUS ORACIONES A LAS NUESTRAS, tal como tu y yo hacemos..Porque tu y yo
si, y ellos no????
Y no me vengas con "respuesta congelada" de que están muertos
pues Jesús es muy claro en San Lucas 20,38 "Dios NO es Dios de muertos
pues para El TODOS viven" (ir al tema “El Alma y la Eternidad)
La Mediación de Jesús es SACERDOTAL, TAL COMO LA DICE SAN PABLO EN
HEBREOS 9 por eso El es el único, pues es Sacerdote, victima y altar de una
Nueva Alianza pero la Intercesión es de todos los bautizados. (ir al Tema “La
Pascua Eterna”)
FIESTA DE TODOS LOS SANTOS.
Celebramos a las personas que han llegado al cielo, conocidas
y desconocidas el 1 de noviembre.
Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido
canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida
cristiana.
Comunión de los santos
La comunión de los santos, significa que ellos participan
activamente en la vida de la Iglesia, por el testimonio de sus vidas, por la
transmisión de sus escritos y por su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no
dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. La intercesión de los
santos significa que ellos, al estar íntimamente unidos con Cristo, pueden
interceder por nosotros ante el Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad
humana.
Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos
y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.
Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de los
santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida nos haga olvidarlos y perdamos
la oportunidad de recibir todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por
esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a
rezar a los santos para pedir su intercesión. Este día es el 1º de noviembre.
Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para
recordar que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser santo no es
tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las
cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios. Que
debemos luchar todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van a
presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; el
agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las omisiones.
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LOS SANTOS Y
LA ALEGRÍA DE JESÚS.
Mt 5,1-12a
Celebramos el día de todos los Santos por todo lo alto, con
globos de luz y alegría, proclamando las bienaventuranzas del Reino. Vivir la
vocación a la santidad es sinónimo de participar de la dicha de ser discípulos
de Jesús, alegría y luz del mundo.
Los santos, que nos han precedido en el camino, nos muestran
con el testimonio de sus vidas cómo hacernos niños, trabajar por el pan de cada
día, poner en el centro a los pobres, ser pacificadores, consolar a los
tristes, luchar por la justicia,… Vivir las bienaventuranzas en lo cotidiano es
el mejor camino hacia la santidad, que es lo que nos muestra Jesús en la
alegría del Evangelio.
Ojalá la fiesta de todos los Santos, los canonizados y los
anónimos, nos ayuden a “cargar las pilas” con la vocación a la que estamos
llamados. Una santidad en el día a día, que se desgasta en lo concreto y
apuesta por los sueños del Reino de Jesús.
¡Felicidades, queridos amigos! ¡Recibamos la felicidad de ser
bienaventurados
LOS SANTOS.(SU INTERCESIÓN).
¿PARA QUÉ DAR VUELTAS SI PODEMOS IR DIRECTOS?
Los protestantes que entienden el papel del santo
intercesor suelen decir, con aparente lógica, que si los cristianos podemos
hablar directamente con Dios, ¿para qué usar la vía indirecta de hablarle a un
santo para que se lo diga a Dios?
El mecanismo de la
intercesión es el mismo que lleva a un niño a pedirle a su madre que convenza a
su padre para que le lleve con él al fútbol, aunque el niño sabe que podría
pedírselo a su padre directamente. Y no es porque tenga miedo de su padre o
porque piense que su padre no le ama lo suficiente, sino porque el niño sabe
que su madre tiene mayor poder de persuasión que él mismo, más influencia sobre
su padre que él. Algo parecido ocurre con los santos, ellos están en el cielo
porque Dios les ha considerado dignos de estar con él y han sido purificados de
toda mancha:
Y nada manchado entrará en ella: ningún depravado, ningún
embaucador; tan sólo los inscritos en el libro de la vida del Cordero.
(Apocalipsis 21:27)
Por tanto los santos del cielo (mi abuela incluida) son
gente que poseyeron grandes méritos en vida y que ahora en el cielo se han
convertido en seres perfectos. Dios se complace en la santidad, y por eso
escucha con mayor benevolencia a los santos del cielo que a los pecadores (y
los que habitamos aún la tierra somos todos pecadores). Eso mismo vemos por
ejemplo en esta cita del libro de Job:
Ofreceréis un holocausto por vosotros mismos, y mi
servidor Job intercederá por vosotros. Y yo, en atención a él, no os infligiré
ningún castigo humillante, por no haber dicho la verdad acerca de mí, como mi
servidor Job. (Job 42:8)
Del mismo modo consideramos nosotros que si a nuestra
oración se añaden los méritos de los santos del cielo, esa oración será mejor
recibida por Dios que si la presentamos directamente. Pero entonces nos iríamos
a la pregunta contraria, si nuestra oración es reforzada por los santos, ¿para
qué rezar a Dios directamente cuando podemos lograr más eficacia si la enviamos
siempre a través de un santo?
LA INTERCESIÓN DE LOS SANTOS.
¿DÓNDE ESTÁ ESO EN LA BIBLIA?
Son múltiples los casos en los que encontramos en la
Biblia ejemplos de intercesión, citaremos unos cuantos además del ya citado
caso de Job. Abraham intercedió por Dios intentando salvar a los habitantes de
Sodoma (Génesis 18:16-33), Moisés muchas veces intercedió ante Dios por su
pueblo (Éxodo 32:12-14), Daniel intercede por su pueblo en Babilonia (Dn
9,18-19), y en estos y otros muchos casos, esa intercesión logra que Dios
perdone a quienes le han ofendido, y lo hace por causa del justo que pide por
ellos. También Judas Macabeo y los suyos rezan a Dios intercediendo por sus
soldados muertos, dando muestra de la oración de intercesión por los difuntos:
Entonces encontraron debajo de las túnicas de cada uno de
los muertos objetos consagrados a los ídolos de Iamnia, que la Ley prohíbe
tener a los judíos. Así se puso en evidencia para todos que esa era la causa
por la que habían caído. Todos bendijeron el proceder del Señor, el justo Juez,
que pone de manifiesto las cosas ocultas, e hicieron rogativas pidiendo que el
pecado cometido quedara completamente borrado. (2 Macabeos 12:40-42)
Igualmente en el Nuevo Testamento tenemos casos de
intercesión. La Iglesia pide a Dios por la liberación de Pedro, preso en la
cárcel (Hechos 12:5), María intercede ante Jesús por los esposos de Caná (Juan
2:1-5), y San Pablo menciona la oración de intercesión en multitud de
ocasiones:
para ello contamos con vuestras oraciones a nuestro
favor, así, siendo muchos los que interceden por nosotros, también serán muchos
los que dan gracias por el don concedido a nosotros (2 Co 1, 9-11)
Santiago añade también que no solo es bueno interceder
por otros sino que esa intercesión, cuando procede de un santo (el justo) tiene
una gran fuerza:
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por
otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
(Santiago 5:16).
INTERCESIÓN DE LOS SANTOS.
Muchos hermanos
protestantes consideran que no es correcto pedirles a los santos interceder,
pero en esa pronunciación vemos realmente el no reconocer como la iglesia
primitiva (ver el libro de Hechos de los Apóstoles) intercedía a través de la
oración, ya Pablo llamaba a esta iglesia de esta forma "saludo a los
santos de la Iglesia de...)
Observa ahora al
apóstol San Pablo
“Había allí, sentado,
un hombre tullido de pies, cojo de nacimiento y que nunca había andado. Este
escuchaba a Pablo que hablaba.
Pablo fijó en él su
mirada y viendo que tenía fe para ser curado,
le dijo con fuerte voz:
«Ponte derecho sobre tus pies.»
Y él dio un salto y se
puso a caminar”.
Hech 14,8-10
Pablo oró por el
tullido, no lo mandó a que le pidiera directamente a Jesús. El resultado de
esta intercesión de Pablo fue la sanación del tullido.
LOS SANTOS Y LA ALEGRIA
DE JESUS.
Mt 5,1-12a
Celebramos el día de
todos los Santos por todo lo alto, con globos de luz y alegría, proclamando las
bienaventuranzas del Reino. Vivir la vocación a la santidad es sinónimo de
participar de la dicha de ser discípulos de Jesús, alegría y luz del mundo.
Los santos, que nos han
precedido en el camino, nos muestran con el testimonio de sus vidas cómo
hacernos niños, trabajar por el pan de cada día, poner en el centro a los
pobres, ser pacificadores, consolar a los tristes, luchar por la justicia,…
Vivir las bienaventuranzas en lo cotidiano es el mejor camino hacia la
santidad, que es lo que nos muestra Jesús en la alegría del Evangelio.
Ojalá la fiesta de
todos los Santos, los canonizados y los anónimos, nos ayuden a “cargar las
pilas” con la vocación a la que estamos llamados. Una santidad en el día a día,
que se desgasta en lo concreto y apuesta por los sueños del Reino de Jesús.
¡Felicidades, queridos
amigos! ¡Recibamos la felicidad de ser bienaventurados!
FIESTA DE TODOS LOS
SANTOS.
Celebramos a las
personas que han llegado al cielo, conocidas y desconocidas el 1 de noviembre.
Santo es aquel que ha
llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la
Iglesia como ejemplos de vida cristiana.
Comunión de los santos
La comunión de los
santos, significa que ellos participan activamente en la vida de la Iglesia,
por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su
oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han
quedado en la tierra. La intercesión de los santos significa que ellos, al
estar íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el
Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana.
Su intercesión es su
más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan
por nosotros y por el mundo entero.
Aunque todos los días
deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida
nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que
ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo
dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este
día es el 1º de noviembre.
Este día es una
oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos
a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer
milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien,
con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando
conscientes de que se nos van a presentar algunos obstáculos como nuestra
pasión dominante; el desánimo; el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y
las omisiones.
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EL SENTIDO DE LA MUERTE
(EN ESTE DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS) EN MÉXICO.
ES un tema muy complejo
ya que en todas las regiones de México no se celebra de la misma manera, pero
si quisiera aportar algunos elementos que son fundamentales e igualmente
importantes y podríamos decir que se repiten en algunos lugares. En primer
lugar quisiera decirle a ustedes como en todas las civilizaciones los seres
humanos queremos saber que sucede después de la muerte física y también
quisiéramos dar un orden a ese mundo que no conocemos a ese mundo desconocido
(post-morten) El tener un orden, el tener una idea, el crear una historia a
partir de mitos y leyendas nos da cierta seguridad y confianza.
Los Aztecas y algunos
pueblos mexicanos crearon lo que después hemos llamado “la visita de los
muertos a sus parientes y amigos” después de que ellos han partido de este
mundo y se encuentran en el “Mictlan” (lugar de los muertos) y ellos esperan
año con año en el que se cierra un siclo visitar a sus seres queridos vivos
para establecer de nuevo el vínculo de cariño y amor; y en los Altares de
muertos este día, estos visitantes del otro mundo, porque se abren los portales
para comunicar el mundo de los vivos y de los muertos. Y en estos altares que
hacen las familias mexicanas se encuentran una serie de elementos que le
permiten al difunto identificar el lugar y estar con ellos; fundamentalmente
los deudos preparan comida que le gustaba a esa persona, también preparan otros
elementos que le permiten guiar a esa persona o sea el alma del difunto como el
Agua: necesaria para la vida, la sal que da sabor, el Copal que es un incienso
mexicano que da el aroma, la fruta que es el resultado de la tierra, semillas
también y otros elementos como las candelas, la luz, que significa la vida,
visión; El viento también que sostiene la vida es representado a través de
papel picado que adquiere formas realmente artísticas y bellas y la costumbre
de poner Cráneos elaborados de azúcar muchas veces con los nombres de las
personas difuntas que se han amado profundamente y también encontramos estas
calaveritas con los nombres de las familias de los vivos, esto para
identificarse todos como una sola familia. Los huesos que se ponen de muchas
maneras de manera artística dependiendo de la región (a modo de ejemplo: pan de
muerto)las fotografías, La Cruz elemento cristiano asimilado por las culturas
indígenas y finalmente “la muerte” que está representada hoy en el altar de
muertos en los cementerios. Podíamos mencionar otros elementos como las flores
pero no terminaríamos de explicar esta riqueza folklórica y cultural de México.
Ahora para nosotros los
católicos que significa esto: fundamentalmente es “la celebración de la vida”
Como habíamos dicho desde el principio los seres humanos necesitamos un orden
incluso después de la muerte para sentirnos seguros para saber a dónde
caminamos y a donde nos dirigimos en ese sentido…nosotros los cristianos no
elaboramos mapas de la vida después de la muerte, Ya que tenemos una “Gran
Revelación” la pasión de Jesucristo que nos ha dicho “No teman en la casa de mi
Padre hay muchas habitaciones” no sabemos exactamente qué es esto, haríamos un
poco de teología-ficción, en realidad no sabemos que es la vida después de la
muerte; lo que sí sabemos es que vamos a la casa del Padre y un Padre
Misericordioso; En ese orden de revelación hemos descubierto que la muerte no
es el final de nuestra vida, así como tampoco el nacimiento es el origen de
nuestra vida, hemos sido pensados por Dios desde la eternidad como hijos suyos
para compartir la existencia y la muerte como parte de nuestra evolución como
personas. Vamos a la casa del Padre, resucitamos en Cristo y de ÈL recibimos
toda la fuerza para vivir después de esta vida en comunión con el Padre y otra
parte muy importante en comunión con todos aquellos que son de Cristo.
Hay en la literatura de
los padres de la Iglesia de manera magistral la esperanza cristiana. Cuando
murió la madre de uno de estos padres de la iglesia primitiva, dijo uno de
estos Obispos en una homilía: mi madre ya no está donde solía estar, ahora mi
madre siempre está conmigo, mi madre está con Cristo y Cristo está en mi
corazón.
Esta es precisamente la
celebración del día de muertos como católico en México, en Centroamérica e
inclusive en américa del sur celebramos la vida; En una tradición católica
mezclada con tradiciones indígenas prehispánicas en donde esta fuerza increíble
del corazón que asegura que hay una presencia de nuestros difuntos en la vida
de todos nosotros y no una presencia literaria, metafórica sino real sino
porque en Cristo todos ellos están vivos, resucitados y esto es lo que nos
anima a celebrar cada año de múltiples maneras y múltiples interpretaciones la
presencia de nuestros seres queridos en nuestro ambiente familiar. Por supuesto
en el fondo está la esperanza cristiana, no es una fiesta solamente para el
folklor, es un momento en que afirmamos la fuerza de la resurrección de Cristo.
De donde viene vienen
los difuntos? En la cultura mexica azteca en la cultura mexicana vienen del
Mictlan a visitarnos, en nosotros los católicos y después del C.V.II de todas
las orientaciones del concilio vaticano e increíbles pontífices que hemos
tenido últimamente, de donde vienen nuestros difuntos: del ámbito de la
resurrección. En el momento actual sabemos que el cielo no es el cielo físico
el que tenemos arriba de nuestras cabezas, el cielo espiritual es una
experiencia de vida y también de conciencia, si repetimos nuestros antiguos
catecismos que es el cielo? Es donde está Dios; Dónde está Dios? En el corazón
de los seres humanos, es decir que el cielo ya está en nosotros y además Jesús lo
dijo perfectamente primeramente en el corazón de los apóstoles y después en el
corazón de los cristianos: “el reino de los cielos ya está en ustedes” que
necesitamos para que el corazón de los difuntos esté vinculado en nosotros para
toda la vida…ABRIR EL CORAZÓN A JESÚS. Es acercarnos a Jesús.
Fray Carlos Villareal
Sacerdote Dominico de la Ciudad de México.
Durante muchos años el día de los fieles difuntos en México fue una nota que ha llamado la atención dentro de nuestra propia cultura mexicana y extranjera.
Sin embargo a partir del filme en México de la película "007 Spectre" filmada en México a dado la idea debido a su proyección internacional de este filme de realizar cada año un evento que daría una derrama económica bastante considerable.
Gente de muchos países asisten a este evento por sus disfraces coloridos y su maquillaje inspirado mas que en una cultura indígena en ilustraciones de la Catrina en época porfiriana.
Hoy en la radio y en televisoras nacionales de habla equivocadamente del día de los muertos como si no tuviéramos suficiente con la cultura de la muerte en las imágenes que llevan sus seguidores de una moral cuestionable.
Estas televisoras incluso en sus comentarios hablan de un sincretismo indígena-cristiano; cuando la realidad es la aculturación de una fe profana a una realidad cristiana a través de símbolos que nos ayudan a la catequesis de muchos mexicanos.
Desgraciadamente también cabe recordar que aquellos que tratan de conservar nuestras raíces pre hispánicas también han hecho un gran negocio.
Estos días no solo son para recordar a nuestros difuntos sino recordarnos que el hombre no puede entrar en presencia de Dios si no lleva la vestidura blanca de la purificación a través del Purgatorio.
Que muchas almas necesitan ser rescatadas a través de nuestra mediación,: oración, ayuno, y sufragios.
Recordándoles también que un altar sin elementos cristianos es un altar pagano e indigno si realmente eres un católico. Que los difuntos no regresan a este mundo al menos en su forma Ordinaria, salvo con el permiso de Dios para pedir algun sufragio (forma extra ordinaria). Que las Misas ofrecidas es lo mejor para rescatarlas de su purificación y que si tú oras por ellas, en tu muerte habrá quien ore por ti.
Van Drag.
FIELES DIFUNTOS 2 DE NOVIEMBRE.
Desde la antigüedad se
honraba su recuerdo y se ofrecen oraciones y sacrificios por ellos. Cuando una
persona muere, ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo,
los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la
salvación. Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres
queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder
participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se
les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los
difuntos. Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas
muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy
fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles
difuntos.
Debido a esto, la
Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique
especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no
llegan al cielo.
La Iglesia recomienda
la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y
las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de
purificación y puedan llegar a ver a Dios. "No dudemos, pues, en socorrer
a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos".
Nuestra oración por los
muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión
a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en
la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida
eterna.
Para aumentar las
ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos
confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el
1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias,
de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”.
(CEC 1479)
Para mucha gente la
celebración se reduce a visitar la tumba de sus seres queridos, reunirse en
familia y hacer una comida juntos. Hay quienes han mezclado tradiciones
cristianas con prácticas ancestrales que traen sus orígenes en religiones
paganas, anteriores a la evangelización; algunos creen que los difuntos vuelven
ese día y comen los alimentos que preferían cuando estaban en vida; por eso los
parientes llenan las tumbas con platillos que, según dicen, serán degustados
por los difuntos.
Esta convicción es
contraria a nuestra fe cristiana, pues sabemos que quienes han dejado este
mundo ya no están sujetos a las necesidades corporales de esta vida terrena,
para nosotros quizás es una necesidad emotiva, valida pero en ellos la VIDA es
permanente. Debemos pues entender que la celebración del día de Muertos es más
bien una celebración de VIDA para el Cristiano, de esperanza, e iluminarla con
esta convicción.
Es necesario iluminar
con la auténtica doctrina evangélica esta celebración, para darle todo su rico
significado eclesial. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que
quienes han muerto en gracia de Dios, pero sin estar plenamente purificados, ya
están seguros de su salvación eterna, pero después de su muerte son sometidos a
una purificación espiritual para que alcancen la santidad necesaria y puedan
entrar al gozo celestial.
Esta convicción ha ido
propiciando la práctica de la oración por los difuntos; ya en los comienzos del
cristianismo la Iglesia recordaba la memoria de los que “nos han precedido en
el signo de la fe y duermen ya en Cristo” y ha ofrecido sacrificios por ellos,
especialmente el sacrificio de la Eucaristía. El magisterio eclesiástico
también recomienda ofrecer indulgencias, limosnas y sacrificios a favor de
nuestros hermanos que han muerto y que tienen necesidad de purificarse para
entrar en el cielo.
En las celebraciones
litúrgicas por los difuntos se manifiesta claramente el sentido cristiano de la
muerte, iluminada por la Muerte y Resurrección de Cristo. Aunque las formas
culturales de celebrar el “día de muertos” sean tan variadas, siempre debe
quedar claro el carácter pascual de la muerte del cristiano, la esperanza en la
Resurrección y el sentido de la comunión con el difunto, particularmente
mediante la oración.
La colocación de los
Altares de muertos no debe ser reducido a una manifestación de cultura popular,
folklore o creatividad artística en la que propiamente está ausente cualquier
referencia religiosa. Sí bien no tiene un significado moral negativo, debemos
evitar aspectos que den origen a prácticas supersticiosas, mágicas, fatalismo,
inmersos en temores infundados y a ritualismos pseudoreligiosos. La mejor
manera de ayudar a nuestros difuntos que todavía tienen que purificarse es la
`participación en el Sacrificio Eucarístico. ( Cfr. Mon s.José G. Martín
Rábago)
Para el Altar hay una
sugerencia evangelizada
El altar de muertos en
nuestros días, tiene y se le debe dar un sentido profundamente cristiano, pues
simboliza la muerte y la vida en Cristo Jesús y la esperanza en la
Resurrección. Lo podemos colocar en un lugar de nuestra casa, de la siguiente
manera (en cada parte de México es distinto el altar de nuestros debido a su
cultura y tradiciones):
1. Se hace un camino
desde la casa hasta el altar con semilla de pipián o los pétalos de flor de
Cempazúchitl recordándonos que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Jn. 14,
6. La siembra de la flor de Cempaxúchitl (Cempoal significa el número 20 que es
el número sagrado de la vida y zúchitl flor: aún así se le conoce como la flor
de los 400 pétalos) se realizaba el día 16 de junio, fiesta de la Virgen del
Carmen (intercesora de las animas del purgatorio) y se cosecha en las vísperas
del día de muertos 1 y 2 de noviembre. Esta flor no se acaba, se seca pero siempre
se mantiene firme, por eso, esta flor es la vida sagrada: cuando se seca ella
misma sirve como semilla para dar vida. La celebración de muertos es la
plenitud de la vida. Por eso es importante que las flores de los altares o de
las coronas sean naturales, no de plástico porque lo natural nos recuerda que
hay vida y esperanza.
2. El arco de palmas
verdes, es la puerta, la entrada al Paraíso o la Iglesia (similar al día de
ramos, en el norte y en Veracruz con la tradición e las ramas se recuerda
también). En cada arco tiene 7 canastitas llenas de dulces (cocadas, alfajores,
tintines, jamoncillo) que son los 7 Sacramentos: son las gracias que sostiene a
la Iglesia y riquezas del encuentro con Dios.
3. La luz de las velas,
es la luz de Cristo que nos fue entregada en el bautismo y en la confirmación.
El que nos ilumina en nuestra vida con su palabra pues es Él “luz del mundo;
“el que lo siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”
Jn. 8, 12.
4. Al centro se pone un
Cristo, como símbolo de la pasión y muerte.
5. El pan de muerto nos
recuerda las palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el
que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que Yo les voy a dar es mi
carne para que el mundo tenga vida”. Jn. 6, 50 - 51.
6. El vaso con de agua
significa la regeneración del bautismo y Jesús mismo le dijo a la Samaritana:
“todo el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, el agua que yo le
dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna." Jn.
4, 14.
7. Los manjares (mole,
tamales, hojaldras, buñuelos, jamoncillos, atoles, dulces, pepitorias,
alfajores, etc.) es el banquete de manjares suculentos preferidos por el
difunto.
8. Los utensilios son
para recordar la actividad del difunto.
9. La ropa es
revestirse de su nueva dignidad que desde el bautismo, se participa de la vida
divina como hijo de Dios revestidos de Cristo, hasta la vida eterna.
10. El incienso o copal
significa la participación de la vida divina.
Y no olvidemos la
petición de los niños, que con su caja de cartón piden su
"calaverita" como signo de caridad a ellos que colectan dinero para
su ofrenda (o para sus dulces) así es como recordamos a los que se adelantaron
al Reino Eterno.
De esta forma, a una
realidad pagana se le da el sentido cristiano, es por eso que debemos recordar
a los muertos no con tristeza sino con alegría, la misma alegría con la que
están gozando de este banquete que nunca se acaba: el retorno glorioso a Dios
Padre.
¿PUEDE UN CATÓLICO
CELEBRAR EL 2 DE NOVIEMBRE CON UN ALTAR DE MUERTOS?
El P. Rogelio Alcántara
publicó un artículo en el que explica si es lícito para un católico celebrar el
2 de noviembre, día de los Fieles Difuntos, con un tradicional altar de
muertos.
En el texto publicado
por el SIAME este 1 de noviembre, el sacerdote comenta que le “han preguntado
varias veces si es católico poner en estas fechas un altar para los muertos. Si
se coloca como lo hacían los antiguos mexicas, la respuesta es no”.
“En nuestros días, aquí
en nuestro México (…) en muchas comunidades se celebra de modo muy sentido ‘la
fiesta de los muertos’”, pero “de modo sincretista. Como si se deseara, no al
modo de la fe, sino al de los antiguos mexicas, entrar ese día ‘en contacto’
con los muertos, (…) a través de ‘una ofrenda’, eclipsando así completamente la
Solemnidad de Todos los Santos y dando más relieve a la memoria de todos los difuntos”.
Por ello, precisa el
sacerdote, un altar de muertos será lícito si tiene un sentido cristiano y si
permite recordar que “puedo hacer por mis difuntos una gran obra de
misericordia: orar a Dios Trino por su salvación; hacer una buena confesión y
participar en la Santa Misa para ganar por ellos la indulgencia plenaria”.
Así, subraya, “un altar
de muertos daría mucho fruto y estaría muy lejos de la distorsión que de esta
conmemoración ha hecho el Halloween que se ha desvirtuado hasta llegar a ser una
invocación a los demonios”.
Los mexicas y la muerte
El P. Alcántara explica
que el culto a la muerte en México se remonta por lo menos a 1800 años A.C., y
que llegó a tener un gran auge con los mexicas, que eran considerados el
“pueblo de la muerte”.
En el calendario de
este pueblo había 2 meses dedicados a los muertos. “El mes noveno –o fiesta de
los muertecitos– y el mes décimo –o gran fiesta de los difuntos–, fecha en que
se sacrificaba seres humanos”.
La celebración, refiere
el sacerdote, “empezaba meses antes con los preparativos, y el día de la fiesta
se invocaba a los espíritus de los ancestros para compartir con ellos los
buenos frutos de la tierra. El culto continuaba con la colocación de la ofrenda
en el altar familiar que pretendía estrechar los vínculos existentes entre los
vivos y los muertos”.
Con los españoles, los
cráneos que adornaban el Tzompantli en México-Tenochtitlan o en Tlatelolco
desaparecieron, “para reaparecer más tarde a pie de los altares y cruces
atriales, con un significado completamente diverso: la muerte había sido
vencida por la Cruz de Cristo”.
El P. Alcántara señala
que la representación cultural de la muerte como un esqueleto que sostiene una
guadaña apareció en la época colonial, algo que “nada tenía que ver con el
culto demoniaco que ahora se le tributa a esta misma imagen, mal llamada ‘santa
muerte’”.
Altar de muertos con
sentido cristiano
También en el SIAME,
otro sacerdote, el P. Sergio Román, explicó el sentido de algunos de los
elementos del altar de muertos desde una perspectiva cristiana:
Flor de cempoalxóchitl:
“representa al sol, símbolo de Dios que hace florecer la vida de las almas.
Proclama la vida eterna como don de Dios”.
Cruz de cempoalxóchitl:
“la cruz florida sobre el altar significa que todos los caminos, los cuatro
puntos cardinales, los brazos de la cruz, llevan a Dios, el centro donde se
cruzan los brazos. Nos habla también de la redención de Cristo, vencedor de la
muerte”.
Velas: “significan la
iluminación del camino para que las almas lleguen a disfrutar de la luz divina.
En un cirio encendido la Iglesia simboliza la resurrección de Cristo en la
Pascua”.
Vaso con agua: “es
signo del agua viva para nunca tener sed. La gracia, participación de la vida
divina, también se simboliza con el agua, de la cual tenemos sed”.
Copal: “une la tierra
con el cielo. Con el incienso, la Iglesia simboliza la oración, la alabanza
grata a Dios que llega a su presencia”.
Comida: “se pone porque
creemos que nuestros muertos viven. Los invitamos a comer porque los amamos. Es
un signo de comunión, lo cual no significa que nuestros difuntos bajen a
comer”.
Pan de muerto: “nos
recuerda el pan de maíz y amaranto, semilla de la alegría, hecho en forma de
huesos, que comían nuestros antepasados para significar que los que morían
daban vida a los que quedaban. Hoy comemos el Pan de Vida, la Eucaristía,
presencia real de Cristo, que murió para que tuviéramos vida”.
Plato con sal:
“referencia al Bautismo en el que se daba a los niños un poco de sal para
saborear a Cristo”.
Imágenes: “los retratos
de los seres queridos a quienes se dedica la ofrenda y las imágenes religiosas
manifiestan, una vez más, la comunión de los santos”.
EL DÍA DE MUERTOS?
(Día de los fieles
difuntos).
La celebración a los
muertos según la tradición cristiana se remonta al año 998, con San Odilón que
propuso recordar a los muertos, lo cual fue bien recibido por EL Vaticano y a
partir del siglo XIV se aceptó para todo el mundo.
El día primero se
festeja a los difuntos después de haberse purificado de sus pecados, viven en
plenitud con Dios, por eso se reconoce como el día de todos los santos, en la
mayoría de las catedrales se muestran las reliquias; para el día dos se ora por
los difuntos que no han llegado al encuentro pleno y definitivo con Dios, son
aquellos a quien la tradición popular las llama ánimas benditas.
“La mejor manera de
recordar a los difuntos es celebrar la santa misa por ellos y ofrecerles
nuestra comunión, algunas personas creen que el día primero es de los difuntos
niños y el 2 de los adultos, el origen de esa creencia esta en la tradición
prehispánica que creían que los muertos están en Mictlán y regresaban a la
tierra después de las cosechas para recibir su parte, en el noveno mes del calendario
solar azteca es decir el inicio del mes de agosto”.
La tradición
prehispánica en que los vivos realizan fiestas en honor a los difuntos, los
primeros días del mes de agosto lo dedicaban a los niños y los posteriores a
los adultos, para ayudarles a recordar el camino se los marcaban con luces
aroma de copal y flores de vivo amarillo como el Cempaxúchitl. Luego los
recibían en casa con ofrendas con los alimentos y bebidas favoritas, la
creencia anterior se modificó con la entrada de los misioneros católicos.
La fecha de agosto
prehispánica se cambió por el calendario cristiano que recuerda a los fieles
cristianos los días uno y dos de noviembre, “la mezcla de creencias cristianas
y prehispánicas creó confusión en algunos y así surgió una idea equivocada que
los difuntos pequeños visitan la tierra el día primero y los adultos el día
dos”.
La biblia enseña que
los difuntos inician otra vida distinta en la que ya no necesitan alimento ni
bebida, puesto que “al estar cerca de la plenitud de Dios no necesitan viajar
como almas tristes, solas y hambrientas ni tampoco asustar a los vivos, por eso
los cristianos les podemos poner una ofrenda para rendirles homenaje, darles
gracias a Dios por todo el bien que hicieron en la tierra y orar por ellos pero
no para que se alimenten y sacien su hambre, la ofrenda puede ser un signo de
la alegría eterna que gozan ellos y de la comunión que vamos a tener con ellos
en la vida eterna.
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