ASÍ FUERON LAS VISIONES MÍSTICAS QUE HICIERON A SAN JUDAS PATRÓN DE LO IMPOSIBLE.

 


ASÍ FUERON LAS VISIONES MÍSTICAS QUE HICIERON A SAN JUDAS PATRÓN DE LO IMPOSIBLE.

Así fueron las visiones místicas que hicieron a San Judas el patrón de lo imposible.

¡San Judas es un intercesor muy poderoso, especialmente para casos imposibles! Fue uno de los 12 apóstoles de Cristo durante su vida terrenal. La Iglesia lo venera como “el santo patrón de lo imposible”.

La Visión de San Bernardo de Claraval

Se dice que Jesús se apareció por primera vez a San Bernardo de Claraval, un abad francés del siglo XII, místico y doctor de la Iglesia. Él tuvo múltiples visiones a lo largo de su vida; en una de ellas Jesús le pidió “aceptar a San Judas como ‘El Santo Patrón de lo Imposible'”.

San Bernardo mantuvo una profunda devoción a San Judas durante toda su vida y veneró su reliquia. La devoción de San Bernardo a San Judas fue tan grande que pidió ser enterrado con la reliquia como un signo de reverencia”.

La visión de Santa Brígida

Santa Brígida, madre, esposa, monja y mística del siglo XIV, también tuvo múltiples visiones de Jesús. Él le habló sobre San Judas en una de sus visiones: “De acuerdo con su apellido, Tadeo, [que significa] el amable o amoroso, se mostrará más dispuesto a dar ayuda”, indicándo que él podía ayudar en los casos más difíciles.

En una segunda visión, Jesús le dijo a Santa Brígida que dedicara un altar en su iglesia a San Judas. Jesús dijo: “El quinto altar… debe ser para Tadeo, que con la pureza de su corazón, sin duda conquistará al diablo”.

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Amén. El término amén, lejos de corresponder siempre exactamente a la traducción actual de “Así sea ¡” que expresa un mero deseo, pero no una certeza, significa, ante todo: Ciertamente, verdaderamente, seguramente o sencillamente: Sí. En efecto, este adverbio deriva de una raíz hebraica que implica firmeza, solidez, seguridad (cfr. Fe). Decir amén es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. 1. Compromiso y aclamación. El amén que confirma un dicho puede tener un sentido débil, como cuando decimos “Sea” (Jer 28,6). Pero las más de las veces es una palabra que compromete: con ella muestra uno su conformidad con alguien (1Re 1,36) o acepta una misión (Jer 11,5), asume la responsabilidad de un juramento y del juicio de Dios que le va a seguir (Núm. 5,22). Todavía más solemne es el compromiso colectivo asumido en el momento de la renovación litúrgica de la alianza (Dt 27,15-26; Neh 5,13). En la liturgia puede este término adquirir también otro valor; si uno se compromete frente a Dios, es que tiene confianza en su palabra y se remite a su poder y a su bondad; esta adhesión total es al mismo tiempo “bendición de aquel al que uno se somete (Neh 8,6); es una oración segura de ser escuchada (Tob 8,8; Jdt 15,10). El amén es entonces una aclamación litúrgica, y y en este concepto tiene su puesto después de las doxologías (1 Cr 16,36); en el NT tiene con frecuencia este sentido (Rom 1,25; Gal 1,5;2 Pe 3,18; Heb 13,21). Siendo una aclamación por la que la asamblea se une al que ora en su nombre, el amén supone que para adherirse a las palabras oídas se comprende su sentido (1 Cor 14,16). Finalmente, el amén, como adhesión y aclamación, concluye los cánticos de los elegidos, en la liturgia del cielo (Ap 5,14; 19,4), donde se une al aleluya.

CUANDO UNA PERSONA SE HA IDO. VÍSPERAS DE TODOS LOS SANTOS. NO LLORES SI ME AMAS. No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... ese día volverás a verme. sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz. Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me amas. (San Agustín)

LA FELICIDAD DE JESÚS. José Antonio Pagola

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