PARÁBOLA SOBRE LA ORACIÓN.
En cierta ocasión hicieron una apuesta el agua, el viento y
la brisa. El juego consistía en comprobar quién era el más hábil para que, un
señor que caminaba todos los días por una calle, se quitara su valioso abrigo.
El viento, impetuoso, contestó: ¡yo seré quien lo consiga!
Cogió fuerza y sopló sobre aquel señor que se paseaba con su flamante abrigo.
Éste, al sentir el aire, agarró fuertemente con sus manos el abrigo para que no
se lo llevara aquella corriente traicionera.
Al día siguiente le tocó el turno al agua. Pensó; si descargo
con furia sobre este señor, no le quedará otro remedio que desprenderse del
abrigo si no quiere estropearlo. Y así fue. Comenzó a llover con intensidad.
Pero, el señor del abrigo sacó un paraguas de un bolsillo y además logró cobijarse
en unos porches a tiempo.
No muchos días después, entre sonrisas y burlas, le tocó el
turno a la brisa. Ésta era humilde, constante en aquello que se proponía y no
solía maltratar a nadie. Cuando se dio cuenta de que, aquel señor, pasaba por
la calle… comenzó a ser lo que siempre quiso ser: suave brisa con un poco de
calor. El señor al sentir la presencia de una brisa tan agradable se dijo: “qué
bien se va por esta calle”. Y se quitó el valioso abrigo.
Así es la oración que quiere Jesús. Confiada y suave.
Constante y persistente. El Señor, que no se deja ganar en generosidad, nos da
todo aquello que le pedimos con una condición: que lo hagamos con delicadeza, a
tiempo y destiempo pero con amor. Como la brisa lo hizo con el abrigo de aquel
paseante. Y, el Señor, nos abriga con su mano, con su paz y con su presencia.
Se desprende de todo lo que haga falta…cuando lo pedimos con humildad y cariño.
SEÑOR JESUCRISTO.
Acostarme vengo
mi Jesús amoroso
abre tu costado
para mi reposo.
Si me durmiera
me despertarás
si me muriera
me perdonarás.
Esta sábana con que me
tapo
es la tierra que me han
de echar.
Todos se han de ir
y me han de dejar
sólo tu Dios mío
me has de acompañar.
Amén.
ORACIONES PODEROSAS..?
ORACIÓN DE
FIN DE AÑO.
Señor, Dios,
dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el
futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí
de TI.
Gracias por
la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco
cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron
por mis manos y lo que con ellas pude construir.
Te presento
a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los
antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me
dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida,
el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero
también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el
dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por
las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por
la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.
En los
próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo
calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes si
llegaré a vivirlos.
Hoy te pido
para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y
la sabiduría.
Quiero vivir
cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de
comprensión y paz.
Cierra Tú
mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas,
mordaces o hirientes.
Abre en
cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de
bendiciones y las derrame a mi paso.
Cólmame de
bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí
encuentren en mi vida un poquito de TI.
Danos un año
feliz y enséñanos a repartir felicidad. Amén
FIN DE AÑO-ORACIÒN.
Por todo cuanto me diste en el año que termina,
Gracias por los días de sol y los nublados tristes,
por las tardes tranquilas y las noches oscuras.
Gracias por la salud y por la enfermedad,
por las penas y las alegrías.
Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.
Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga,
por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce,
por las flores y las estrellas, por la existencia de los
niños
y de las almas buenas.
Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes,
por las dificultades y las lágrimas.
Por todo lo que me acercó a Ti.
Gracias por haberme conservado la vida, y por haberme
dado techo, abrigo y sustento
Gracias Señor. Gracias Señor. Señor.
¿Qué me traerá el año que empieza?
Lo que Tu quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en
todo,
esperanza para no desfallecer, y caridad para amarte cada
día más,
y para hacerte amar entre los que me rodean.
Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad,
dame Señor, lo que tu sabes que me convieney yo no sé pedir.
Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la
mente activas,
y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo
y concede tu paz al mundo entero. Así sea.
Gracias Señor. Gracias Señor.
Amén.
ORACIÓN PARA NOCHEVIEJA.
Señor, antes de entrar en el bullicio y el aturdimiento del
fin de año, quiero esta tarde encontrarme contigo despacio y con calma. Son
pocas las veces que lo hago. Tú sabes que ya no acierto a rezar. He olvidado
aquellas oraciones que me enseñaron de niño y no he aprendido a hablar contigo
de otra manera más viva y concreta.
Señor, en realidad, ya no sé muy bien si creo en Ti. Han
pasado tantas cosas estos años. Ha cambiado tanto la vida y he envejecido tanto
por dentro. Yo quisiera sentirme más vivo y más cercano a Ti. Me ayudaría a
creer. Pero me resulta todo tan difícil.
Y, sin embargo, Señor, yo te necesito. A veces me siento muy
mal dentro de mí. Van pasando los años y siento el desgaste de la vida. Por
fuera todo parece funcionar bien: el trabajo, la familia, los hijos. Cualquiera
me envidiaría. Pero yo no me siento bien.
Ya ha pasado un año más. Esta noche comenzaremos un año
nuevo, pero yo sé que todo seguirá igual. Los mismos problemas, las mismas
preocupaciones, los mismos trabajos. Y así, ¿hasta cuándo?
Cuánto desearía poder renovar mi vida desde dentro.
Encontrar en mí una alegría nueva, una fuerza diferente para vivir cada día.
Cambiar, ser mejor conmigo mismo y con todos. Pero a mi edad no se pueden
esperar grandes cambios. Estoy ya demasiado acostumbrado a un estilo de vida.
Ni yo mismo creo demasiado en mi transformación.
Por otra parte, Tú sabes cómo me dejo arrastrar por la
agitación de cada día. Tal vez por eso no me encuentro casi nunca contigo. Tú
estás dentro de mí y yo ando casi siempre fuera de mí mismo. Tú estás conmigo y
yo ando perdido en mil cosas.
Si al menos te sintiera como mi mejor Amigo. A veces pienso
que eso lo cambiaría todo. Qué alegría si yo no te tuviera esa especie de temor
que no sé de dónde brota pero que me distancia tanto de Ti.
Señor, graba bien en mi corazón que Tú hacia mí solo puedes
sentir amor y ternura. Recuérdame desde dentro que Tú me aceptas tal como soy,
con mi mediocridad y mi pecado, y que me quieres incluso aunque no cambie.
Señor, se me va pasando la vida y, a veces, pienso que mi
gran pecado es no terminar de creer en Ti y en tu amor. Por eso, esta noche yo
no te pido cosas. Solo que despiertes mi fe lo suficiente para creer que Tú
estás siempre cerca y me acompañas.
Que a lo largo de este año nuevo no me aleje mucho de Ti.
Que sepa encontrarte en mis sufrimientos y mis alegrías. Entonces tal vez
cambiaré. Será un año nuevo.
José Antonio Pagola
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