lunes, 16 de enero de 2023

SI REALMENTE QUISIERA......



SI REALMENTE QUISIERA......
Si realmente quisiera...Pediría perdón a todos los que he ofendido para vivir en paz conmigo mismo.

Si realmente quisiera...Sería un Católico más preparado de mí mismo a mis hermanos.

Si realmente quisiera...Tomaría la vida y cada día como un gran privilegio y regalo de Dios, donándome con amor.

Si realmente quisiera...sería la brújula de mis hermanos, siendo luz de quien emana Luz.

Si realmente quisiera...dejaría vivir a cristo en mí, no pidiéndole ser santo, sino santificándome en el servicio y entrega a mis hermanos
Si realmente quisiera... Sólo si realmente quisiera, ....

Van Drag


 EL VALOR DE LA VIDA ESPIRITUAL.

A un maestro en oración le preguntaron por qué se necesitaba orar.

El maestro respondió: para poder apreciar las cosas que sólo se ven con los ojos del corazón. Las estrellas no se ven durante el día, pero eso no significa que no existan. En la leche hay mantequilla, pero ¿cómo adivinarlo sólo con verla? Para obtener mantequilla hay que batir la leche en un lugar fresco. Así, para llegar a la visión de Dios, hay que practicar las disciplinas mentales; para poder verle no basta con desearlo. A Dios sólo se llega cuando le preparamos el camino para que Él se manifieste. La realidad transparenta al Señor pero hay que estar despiertos y preparados para contemplar su presencia.


CORRECCIÓN FRATERNA NO ES JUZGAR.

SABRÁS LA DIFERENCIA?

Déjame un comentario.

















martes, 3 de enero de 2023

ENERO 2023



NO TE EQUIVOQUES.

Los que nos dedicamos a editar un post desde la portada, buscando imágenes, consultando libros o paginas hermanas para completar el cuerpo de lo que queremos compartir con Ustedes. No es sólo información, pues esta se pierde en conceptos....Sino que es realmente una formación, en la que el discípulo de Cristo la lleva en su vida diaria, conociendo aprendiendo del Amado.

Cuando compartimos bienes, ayuda, trabajo; realmente tenemos una satisfacción inexpiable en nosotros. Pues bien, al igual, otros les sucede lo mismo cuando nos dan algo suyo....

Así, al igual de dar debemos aprender a recibir, ser humildes, reconocernos y aprender que también necesitamos del bien que nos dan los hermanos.

El agradecer no es algo que quien te da o comparte te lo pida; debe nacer de una persona educada, pero sobre todo cristiana en la que muchas veces te dice: "Dios te lo pague", Dios te bendiga", "gracias", "te lo agradezco" etc.

Cuando eres una persona de oración, siempre habrá un agradecimiento a Dios. cuando eres buen cristiano siempre agradecerás a tu hermano lo recibido; pero si tomas y te vas, habla realmente de tu ser interior.

POR ESO, "NO TE EQUIVOQUES" No es Ego, no es vanidad, es ser justo cuando Dios se manifiesta en lo pequeño.

Dios te bendice.



¡QUIEN ES JESÚS?

 

Para los ciegos…JESÚS ES LUZ.

Para el hambriento…JESÚS ES PAN.

Para el sediento…JESÚS ES LA FUENTE.

Para los muertos…JESÚS ES LA VIDA.

Por los enfermos…JESÚS ES LA CURA

Para el prisionero…JESÚS ES LA LIBERTAD.

Para los que están solos…JESÚS ES EL COMPAÑERO.

Para el mentiroso…JESÚS ES LA VERDAD.

Para el viajero…JESÚS ES EL CAMINO.

Para el visitante…JESÚS ES LA PUERTA.

Para los sabios…JESÚS ES LA SABIDURÍA.

Para la medicina…JESÚS ES EL MEDICO DE AMOR.

Para el acusado…JESÚS ES EL ABOGADO.

Para el abogado…JESÚS ES EL JUEZ.

Para el juez…JESÚS ES LA JUSTICIA.

Para los cansados…JESÚS ES EL ALIVIO.

Para los cansados…JESÚS ES EL ALIVIO.

Para los temerosos…JESÚS ES EL VALOR.

Para el agricultor...JESÚS ES EL ÁRBOL QUE DA FRUTO.

Para e constructor…JESÚS ES LA PIEDRA PRINCIPAL.

Para el jardinero…JESÚS ES LA ROSA DE SAHARON.

Para el florista…JESÚS ES EL LIRIO DE LOS VALLES.

Para el triste…JESÚS ES LA ALEGRÍA.

Para el lector…JESÚS ES LA PALABRA.

Para el pecador…JESÚS ES EL PERDÓN.

Para mí…JESÚS ES TODO





ALGO TE ESPERA.

Cierra los ojos por algunos minutos y deja tus pensamientos volar
por sitios de amor. No podemos cambiar el mundo, ni quitar todo el dolor de la tierra, ni tener ya resueltos todos nuestros problemas, pero podemos a cada minuto mirar con ojos del amor a cada cosa.
Si pensamos que todo es pasajero, miraremos con cariño lo negativo que te encamina a la elevación y perfección, y luego observaremos con felicidad el cambio del mal en bien, de tristezas en alegrías.

Lo que hoy nos hace sonreír fueron las cosas que nos hicieron
llorar ayer.
Nuestras faltas de hoy también son las alegrías de mañana.
Las personas se van, los problemas se solucionan, hasta el mismo sol se va cada noche para renacer al día siguiente... no te quedes en el medio del camino porque allá... ¡ALGO TE ESPERA!







“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Celebramos hoy la Epifanía del Señor, o sea la manifestación de Jesús que resplandece como luz a todas las gentes. Símbolo de esta luz que resplandece en el mundo y que quiere iluminar la vida de cada uno de nosotros es la estrella que guió a los Magos a Belén. Ellos, dice el Evangelio, vieron ‘brillar su estrella’ (Mt 2,2) y decidieron seguirla: hacerse guiar por la estrella de Jesús.

También en nuestra vida hay diversas estrellas, luces que brillan y orientan. Somos nosotros que debemos elegir a cuál de ellas seguir. Hay luces intermitentes, que van y vienen, como las pequeñas satisfacciones de la vida: a pesar de ser buenas, no son suficientes, porque duran poco y no nos dejan la paz que buscamos”.

También existen las luces enceguecedoras del espectáculo, del dinero y del éxito, que prometen todo y enseguida: seducen pero con su fuerza encandilan y hacen pasar de los sueños de gloria a la oscuridad más densa.

Los Magos, en cambio, nos invitan a seguir una luz estable y gentil que no tiene ocaso, porque nos es de este mundo: viene del cielo y resplandece en el corazón.

Esta luz verdadera es la luz del Señor, o mejor dicho es el Señor. Él es nuestra luz: una luz que no enceguece, pero acompaña y dona una alegría única. Esta luz es para todos y nos llama a cada uno: podemos así sentir nosotros la invitación que hoy nos dirige el profeta Isaías: ‘Levántate, vístete de luz’.

En el inicio de cada día podemos recibir esta invitación: levántate, revístete de luz, sigue hoy entre las tantas estrellas fugaces del mundo a la estrella luminosa de Jesús! Siguiéndola, tendremos alegría, como le sucedió a los Magos, que ‘cuando vieron la estrella se llenaron de una enorme alegría’ (Mt 2,10); porque donde está Dios hay alegría.

Quien ha encontrado a Jesús ha sentido el milagro de la luz que rompe las tinieblas y conoce esta luz que ilumina y resplandece. Quisiera, con mucho respeto, invitar a no tener miedo de esta luz y a abrirse al Señor. Sobre todo quisiera decir a quien ha perdido la fuerza de buscar, a quien afanado por la oscuridad de la vida ha apagado el deseo: ‘Ánimo, la luz de Jesús sabe vencer las tinieblas más oscuras’, ¡levántate, coraje!

¿Cómo encontrar esta luz divina? Sigamos el ejemplo de los Magos, que el Evangelio describe siempre en movimiento. Quien desea la luz, de hecho sale de sí y la busca: no se queda cerrado, quieto, mirando qué sucede en su alrededor, pero pone en juego la propia vida.

La vida cristiana es un camino continuo, hecho de esperanza y de búsqueda; un camino que como el de los Magos prosigue también cuando la estrella desaparece momentáneamente de la vista. En este camino hay también insidias que es necesario evitar: los comentarios superficiales y mundanos que frenan el paso; los caprichos paralizantes del egoísmo; los baches del pesimismo que encierran la esperanza.

Estos obstáculos bloquearon a los escribas, de los cuales habla el Evangelio de hoy. Ellos sabían dónde estaba la luz, pero no se movieron. Cuando Herodes les preguntó ‘¿Dónde nacerá el Mesías?’, ‘¡En Belén! Sabían donde pero no se movieron. Su conocimiento fue vano: no basta saber que Dios ha nacido, si no se hace con Él la Navidad en el corazón.

Dios ha nacido, ¿pero ha nacido en tu corazón?, ¿ha nacido en mi corazón?, ¿ha nacido en nuestro corazón? Y así lo encontraremos, como los Magos, con María y José en el establo.

Los Magos lo hicieron: encontrado el Niño, “ellos se postraron y lo adoraron”: entraron en una comunión personal de amor con Jesús. Después le donaron oro, incienso y mirra, o sea sus bienes más preciosos.

Aprendamos de los Magos a no dar a Jesús solo los retazos de tiempo y algún pensamiento cada tanto, contrariamente no tendríamos su luz. Como los Magos, pongámonos en camino, revistiéndonos de luz, siguiendo la estrella de Jesús y adoremos al Señor con todo nuestro ser”.






¿ES CORRECTO IR A MISA Y NO COMULGAR?  Sobre comulgar....






CARTA A LOS REYES MAGOS.

Queridos Reyes Magos:

Todos los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia vosotros. Y, junto con él, mi corazón me va dictando una serie de deseos que, con vuestra ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.

-Dejad en el mundo UNA ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a violencia y terrorismo. Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de odio.

-Traed multitud de bolsas de  JABÓN. Para limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad, va imponiendo como normal y lógico.

-Echad, en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIUM. Para que los unos a los otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos y respetarnos como hermanos.

-Esconded, debajo de las almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, tenemos abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales por los que luchar.

-En un rincón del corazón de las personas, derramad toneladas de AZÚCAR. Las prisas, los agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo en autómatas. Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de dulzura!

-Si en vuestros almacenes existen, solicitamos que nos proporcionéis unas LIMAS. Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos, las dificultades, los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!

-Traednos unas grandes TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros. Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la esperanza y de la caridad. ¡Ayudadnos, en este Año de la Fe, a saber qué es y qué conlleva el vestir el traje cristiano!

-Que vuestros pajes, aunque piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco de ALEGRIA. Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde vivimos, no lo percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreir!

-Todos los años, os dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el presente año dejadnos unos ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al colocarlos en este Año de la Fe, debajo de nuestros pies, caminemos por las sendas de la verdad, de la justicia y del perdón. ¿Tendréis mi número?

-Si además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un IMPERMEABLE para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras convicciones religiosas, os quedaré –como si fuera un niño- altamente agradecido.





COMPRENDIMOS LO INCOMPRENSIBLE.

 

"Unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo"

Nosotros, los magos de oriente, jamás nos hubiésemos imaginado aquello. Que un viaje tan largo y penoso.., que nuestra estrella presagiosa, nuestro saber y nuestra magia terminasen en un establo

¿No hablaban los libros sagrados de un rey de reyes, Señor de los señores, León de Judá, Jefe de Israel y líder de los pueblos, esperanza de la humanidad entera? ¿Es aquí y así como inicia ese extraño liderazgo? por trono ese establo..., esa comitiva formada por dos aldeanos de Nazaret, esa pobreza, esa total despreocupación de todos desde Herodes hasta el mesonero de al lado.

Pero, de pronto, volvió a lucir la estrella, exactamente "sobre donde estaba el niño"; y sobre ese oscuro paisaje, que por momentos abrumaba lo interior de nuestras almas, todo se iluminó. Y comprendimos.

Comprendimos lo incomprensible. Que las grandezas de Dios no coinciden con nuestras grandezas regias ni con nuestro saber, ni con los artilugios de nuestra magia.




EL LIBRO DE TU VIDA.

 

Autor: Padre Javier Leoz

En pocos días, cierras un volumen más del libro de tu vida: ha pasado un año.

 

Cuando comenzaste, este libro todo era tuyo,

te lo puso Dios en las manos,

podías hacer con él lo que quisieras:

un poema, una pesadilla, una blasfemia,

un sistema, una oración, un trabajo, una vocación, unos ideales.

 

Podías… hoy ya no puedes; no es tuyo,

ya lo has escrito, ahora es de Dios.

 

Te lo va a leer todo Dios

el mismo día en que cierres los ojos a la vida

con todos sus detalles.

Ya no puedes corregirlo.

 

Ha pasado al dominio de la eternidad.

Piensa unos momentos,

en estas últimas noches del año.

 

Toma tu libro y hojéalo despacio,

deja pasar sus páginas por tus manos y por tu conciencia.

Ten el gusto de verte a ti mismo. Lee todo.

 

Repite aquellas páginas de tu vida

en las que pusiste tu mejor estilo.

No olvides que uno de tus mejores maestros eres tú mismo.

 

Lee también aquellas páginas

que nunca quisieras haberlas escrito.

 

No…. no intentes arrancarlas, es inútil.

Ten valor para leerlas, son tuyas.

 

No puedes arrancarlas, pero puedes anularlas

cuando escribas tu siguiente libro.

Si lo haces, Dios las pasará de largo

cuando te lea tu libro en el último día.

 

Lee tu libro viejo en la última noche del Año.

Hay en él trozos de ti mismo;

es un drama apasionado en el que,

el primer personaje eres tú.

 

Tú en escena con Dios, con tu familia,

con tu trabajo, con la sociedad.

Tú lo has escrito con el instrumento asombroso

de tu libre albedrío sobre la superficie

inmensa y movediza del mundo.

 

Es un libro misterioso, que en su mayor parte,

la más interesante, no puede leerlo

nadie más que Dios y tú.

Si tienes ganas de besarlo, bésalo,

si tienes ganas de llorar,

llora fuerte sobre tu viejo libro

en la ultima noche del año.

 

Pero, sobre todo, reza sobre tu libro viejo.

Tómalo en tus manos, levántalo hacia el cielo

y dile a Dios solo dos palabras:

¡Gracias! ¡Perdón!.

 

Después dáselo a Cristo. No importa como esté,

aunque tenga páginas negras, Cristo sabe perdonar.

En el primer día del año,

Dios te va a dar otro libro completamente blanco y nuevo.

Es todo tuyo. Vas a poder escribir en él lo que quieras.

 

Pon el nombre de Dios en la primera página.

Después dile que no te deje escribirlo solo.

Dile que te tenga siempre de la mano… y del corazón.

Dile que te enseñe a escribir firme y derecho.

Dile que, aun con borrones, te ayude a seguir adelante siendo consciente de tus errores.

Dile que te ayude a pensar que es más importante escribir poco y bien que llenar páginas sin contenido.

Dile que te enseñe a dejar cierto margen para la fe y la libertad, la esperanza y los sueños.

Dile que cuando se te acaben las ideas nunca se te olvide que Dios dicta desde los cielos.

Dile que nunca desesperes y que te ayude a recordar que Dios, de vez en cuando, escribe derecho en renglones torcidos.


Amén. El término amén, lejos de corresponder siempre exactamente a la traducción actual de “Así sea ¡” que expresa un mero deseo, pero no una certeza, significa, ante todo: Ciertamente, verdaderamente, seguramente o sencillamente: Sí. En efecto, este adverbio deriva de una raíz hebraica que implica firmeza, solidez, seguridad (cfr. Fe). Decir amén es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. 1. Compromiso y aclamación. El amén que confirma un dicho puede tener un sentido débil, como cuando decimos “Sea” (Jer 28,6). Pero las más de las veces es una palabra que compromete: con ella muestra uno su conformidad con alguien (1Re 1,36) o acepta una misión (Jer 11,5), asume la responsabilidad de un juramento y del juicio de Dios que le va a seguir (Núm. 5,22). Todavía más solemne es el compromiso colectivo asumido en el momento de la renovación litúrgica de la alianza (Dt 27,15-26; Neh 5,13). En la liturgia puede este término adquirir también otro valor; si uno se compromete frente a Dios, es que tiene confianza en su palabra y se remite a su poder y a su bondad; esta adhesión total es al mismo tiempo “bendición de aquel al que uno se somete (Neh 8,6); es una oración segura de ser escuchada (Tob 8,8; Jdt 15,10). El amén es entonces una aclamación litúrgica, y y en este concepto tiene su puesto después de las doxologías (1 Cr 16,36); en el NT tiene con frecuencia este sentido (Rom 1,25; Gal 1,5;2 Pe 3,18; Heb 13,21). Siendo una aclamación por la que la asamblea se une al que ora en su nombre, el amén supone que para adherirse a las palabras oídas se comprende su sentido (1 Cor 14,16). Finalmente, el amén, como adhesión y aclamación, concluye los cánticos de los elegidos, en la liturgia del cielo (Ap 5,14; 19,4), donde se une al aleluya.

CUANDO UNA PERSONA SE HA IDO. VÍSPERAS DE TODOS LOS SANTOS. NO LLORES SI ME AMAS. No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía... ese día volverás a verme. sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz. Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me amas. (San Agustín)

LA FELICIDAD DE JESÚS. José Antonio Pagola

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